
La ministra Ana Mato dimitió ayer tras conocerse la decisión del juez Ruz de sentarla en el banquillo en calidad de responsable civil en el caso Gürtel, dado que supuestamente se benefició de los vínculos de su exmarido, Jesús Sepúlveda con la trama corrupta.
Estos antecedentes, y la presentación que hará hoy el Ejecutivo de dos proyectos de ley en materia de lucha contra la corrupción, sólo podían obligar a Mato a dejar su cargo. No en vano las nuevas disposiciones legales establecerán que "la falta de honorabilidad de un alto cargo será motivo de cese".
Debió haberse marchado mucho antes, no sólo por sus presuntos lazos con Gürtel, sino también por una mala gestión, que no estuvo a la altura de situaciones tan graves como la llegada del ébola a España.