Opinión

Así recortan oficinas los bancos: un 27% menos de sucursales en cinco años

Tras las vacaciones de verano parece buen momento para repasar como han ido algunos sectores como el financiero. Hace unas semanas el Banco de España mostraba la evolución de los datos del sector financiero y, entre ellos, ofrecía los del número de empleados y de sucursales en las instituciones de crédito españolas.

En ambos casos se pone de manifiesto que la reestructuración bancaria ha venido marcada por las fusiones, cierres de oficinas y salidas de trabajadores, muchos de ellos por jubilación, prejubilación o por ERE.

Si nos centramos en las sucursales, lejos queda el año 2008 cuando éramos el país con mayor número de oficinas por habitante, una por cada mil. A finales de 2008 contábamos con 46.065 repartidas en una multitud de entidades que poco a poco se fueron fusionando para crear un sistema financiero con menos players, pero a priori más grandes y solventes. El ritmo de cierre de ha sido de casi 2.470 oficinas al año durante el periodo 2009 a 2013, cerrando un total de 12.352 y dejando el mapa de sucursales en 33.713, lo que supone una reducción del 26,8 por ciento. Por poner en contexto, cerrar 2.470 sucursales al año es el equivalente a cerrar una entidad como Banco Popular o Banco Sabadell.

Esto demuestra el gran esfuerzo que han estado llevando a cabo las entidades financieras de nuestro país por racionalizar la red de sucursales, que por un lado tenía una capilaridad única en el mundo, si bien otra lectura del mismo dato hace pensar que durante el periodo del 2000 al 2008 se abrieron más de las necesarias.

En cuanto al número de empleados, los datos son algo mejores, puesto que se han reducido en un 22 por ciento, frente al casi 27 por ciento de las oficinas que acabamos de comentar. A finales del año 2008 contábamos con 275.000 trabajadores y a cierre de 2.013 el número había bajado hasta los 215.000 empleados. Es curioso, porque ambas reestructuraciones han ido muy parejas, pues la media de trabajadores por sucursal en 2.008 era de 6 y a cierre de 2013 apenas ha subido hasta 6,4.

Parece que la tendencia europea de tener menos oficinas pero más grandes y con más empleados aún no se está estableciendo en nuestro país, aunque es un cambio que poco a poco iremos viendo. Es curioso ver como la media de empleados en otros países es sensiblemente superior, como Alemania con más de 15 o Inglaterra con 35. Pero el cambio en las sucursales no debe ir dirigido tanto al tamaño, sino hacia la transformación tecnológica de las mismas y la conversión de los actuales empleados en nuevos profesionales con competencias más adaptadas el siglo XXI.

En definitiva, oficinas y empleados más digitales, donde la tecnología ayude a estar más cerca de sus clientes y focalizarse en la experiencia de usuario, algo que hacen muy bien las nuevas compañías tecnológicas.

La pujanza tecnológica

La innovación real debe llegar a la red de sucursales para que no se vea comprometida su viabilidad. Según un reciente estudio de PWC, los usuarios de banca móvil aumentarán un 64 por ciento hasta 2016, situación que irá en detrimento de canales más tradicionales como las sucursales o la banca telefónica, cuyos usuarios caerán un 25 por ciento y un 13 por ciento, respectivamente.

En el lado opuesto nos encontramos a los usuarios que accederán a través de las redes sociales y la banca online, que acumularán importantes subidas con un 56 por ciento y un 37 por ciento. Otros como Google son aún más atrevidos y comentan que para ese mismo año, el 80 por ciento de las transacciones financieras serán desde los smartphones, un 5 por ciento por Internet, un 1 por ciento mediante teléfono fijo y menos de 1 por ciento en la sucursal.

El debate esta abierto, pero en cualquier caso la tormenta está de camino. Por tanto parece lógico que las sucursales tendrán que estar orientadas a atender las operaciones más complejas y sobre todo al asesoramiento personal.

Un mapa bancario

Y a todos estos cambios hay que unirle los resultados de los test de estrés europeos a los que se someterá la banca en octubre. Será como una due dillegence gratuita de todas las entidades para saber como está cada una, pues se evaluarán, entre otras, variables como la composición del capital, los activos ponderados por riesgo, su exposición a la deuda soberana y su cifra de pérdidas y ganancias. En función de sus resultados podremos dibujar un nuevo mapa bancario.

Por un lado aquellos que no aprueben deberán buscar un plan de recapitalización o un hermano mayor con más capital. Por otro lado, al poner en descubierto muchos datos de las entidades, podrán animar de nuevo al sector a realizar compras y a reagruparse una vez más.

Así que el sector seguirá transformándose por mucho tiempo, afectando tanto a las entidades como a sus sucursales.

Rodrigo García de la Cruz, director PD Innovación y Tecnología Financiera del IEB.

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