Opinión

No sé cómo pueden hacerse promesas cuando la soberanía monetaria no existe

Algunos lectores y amigos me han hecho llegar su extrañeza acerca de los artículos que he dedicado a la UE. Haciendo abstracción de la oceánica extensión del tema y el número de caracteres a los que debo ceñir mis textos, no tengo por menos que argumentar las razones que me han movido a ello.

Para mí ninguna fuerza política o sindical debe confundir sus deseos con la realidad. Sobre todo cuando se pretende conseguir unos resultados usando el mismo instrumental económico, social, político y axiológico que está en la raíz y fundamento de la realidad que se quiere superar.

No sé cómo pueden hacerse políticas que incidan sobre el bienestar de una población sin poseer la capacidad de usar libremente el instrumento más importante para ello, los Presupuestos Generales del Estado. No sé cómo pueden planificarse políticas públicas cuando el reformado artículo 135 de la Constitución es un pie forzado al gasto público.

No sé, en definitiva, cómo pueden hacerse promesas para el futuro cuando la soberanía monetaria no existe. Estas consideraciones, propias del sentido común, colocan a las fuerzas políticas y sindicales que se reclaman de la alternativa ( y no de la alternancia) en la disyuntiva que les aterroriza: gobernar según los criterios que postulan o jugar a una oposición asimilable por el status.

Deshacer el proceso

Hemos vivido décadas de un poesía lírica europeísta, plena de "glamour" y vacuidades en los discursos mientras que el proceso impuesto por los de la prosa financiera ha construido una realidad que solo puede cambiar, y con dificultades -lo admito-, con la valentía necesaria para deshacer el proceso y empezar otro. Entiendo que a muchos el dilema les produzca pavor y prefieran seguir instalados en la modorra y el tópico.

Pero a quienes de verdad quieran que los DDHH se cumplan en España no les queda otro camino que asumir la realidad y explicársela así, sin ambages, a la ciudadanía. Y, por supuesto, obrar en consecuencia.

Julio Anguita, excoordinador general de IU.

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