
Una gran parte de la opinión pública española considera que los actuales rasgos políticos de PP y PSOE son similares. Las dos marcas proyectan idénticos "antivalores", justamente los mismos que han convertido a nuestro sistema partitocrático en un referente mundial en materia de corrupción política.
Y es que ambos partidos están interesados en preservar un régimen antidemocrático, obsoleto, corrupto, subvencionado e insostenible económicamente, cuya estructura está desmoronándose al mismo ritmo que se rompe España. La estrategia institucional de los dos grandes partidos españoles para lograr sostener la partitocracia ha estado fundamentada en la mentira, motivo por el cual nuestro sistema se encuentra absolutamente deslegitimado.
Actualmente, el PP y el PSOE mantienen un matrimonio de conveniencia porque saben que se necesitan más que nunca y que deben retroalimentarse mutuamente. Una unión fuertemente consolidada entre ambos partidos puede significar la pervivencia del sistema. Por el contrario, un divorcio inesperado podría provocar el fin de la "mamandurria partitocrática".
Por primera vez en 32 años, el bipartidismo se siente amenazado por la aparición de determinados partidos emergentes, que abogan por una regeneración democrática, una reforma del sistema y una nueva forma de hacer política. Así las cosas, el PP y el PSOE deberán representar la misma función teatral de las últimas tres décadas pero sobre un escenario en el que han aparecido nuevos actores, cuyas actuaciones seducen cada vez más a un público menos complaciente que antaño.
En este nuevo entorno económico, marcado por el desempleo, la precariedad laboral y la pobreza, será más difícil disfrazar de democracia a la dictadura partitocrática que padecemos los españoles.
Apuntes para el futuro
Ante la opinión pública y de cara a la galería, el PP y el PSOE intentarán ofrecer una imagen de enfrentamiento político al objeto de seguir fraccionando a la sociedad. Recordemos que la esencia del bipartidismo se fundamenta en una estrategia de segmentación política, consistente en dividir a la sociedad española entre votantes de la derecha y de la izquierda.
Evidentemente, se trata de una manera arcaica de entender el juego político, que retrata, además, la escasa madurez democrática de la sociedad española, pero que ha permitido al PP y al PSOE alternarse en el poder desde el año 1982. Sin embargo y contradictoriamente, estos dos partidos también deberán diseñar planes comunes y crear vínculos políticos unidireccionales. No olvidemos que la finalidad que persigue el bipartidismo es proteger a toda costa el actual régimen de la subvención.
El verdadero problema de España es político y la herencia de los dos grandes partidos españoles será una deuda pública impagable y un megaestado inservible y ruinoso. La sociedad está demandando cambios radicales que redunden en la democratización de nuestro sistema, pero el PP y el PSOE quieren seguir imponiendo tanto su lenguaje, en el que los conceptos referidos a ciudadano y súbdito son sinónimos, como el lema antidemocrático que abanderan: "ciudadanos que votan, pagan y callan".
¿Podrían pactar ambos partidos en el supuesto caso que las formaciones emergentes puedan romper el bipartidismo en las próximas elecciones generales y autonómicas? Por supuesto. El pesebre es sagrado.