Opinión

Frívolos e incompetentes

Cuando en los años 70 Alfonso Guerra conjugó las élites nacionalistas de izquierda con las bases socialistas acéfalas se produjo la necesaria unificación del movimiento socialista (el PSC) que a partir de ese momento navegó en una absoluta esquizofrenia: sus dirigentes participaban con la derecha en el esencialista proyecto "de reconstrucción nacional de Cataluña" mientras a sus votantes les ocupaba y preocupaba lo directo y cotidiano.

Así, Cataluña se convirtió en un caso único en occidente donde el PSC (realmente el PSOE) ganaba por goleada todas las elecciones al Congreso de Diputados de España, para perder a los pocos meses todas las elecciones al Parlamento de Cataluña. Producía asombro la ciega actitud de sus dirigentes incapaces de sacar conclusión alguna de tan clamorosa evidencia.

Y llegamos al punto álgido, cuando el tan incompetente como ignorante Rodríguez Zapatero creyó que el proyecto de nuevo Estatuto de Maragall significaría la plena incardinación de Cataluña en España sin entender que produciría un corrimiento de los partidos políticos hacia el nacionalismo extremo. En aquellos tiempos, no tan lejanos, al pueblo catalán la ocurrencia maragaliana le importaba un ardite. Pero hoy la frustración social, la crisis económica e institucional, es instrumentalizada y vehiculada hacia un "sálvese quien pueda" independentista por los corresponsables de este estado de cosas.

Hoy al PSC ni está ni se le espera. Esquerra Republicana crece gracias a la deriva suicida de Convergencia Democrática. Y el presidente Mas afirma que "el Estado que muchos reclaman es un instrumento al servicio de las personas", mientras la sede de su partido está embargada por corrupción (caso Palau) y su secretario general (el hijísimo Oriol Pujol) imputado. Así que entre incompetencia, cinismo y ceguera, en Cataluña caminamos con más prisas que pausas hacia la fractura social. Ya lo han conseguido.

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