Opinión

Julio Anguita: La democracia implica el dominio público sobre los recursos financieros, energéticos y estratégicos

El excoordinador general de IU, Julio Anguita. Foto: Archivo.

Nadie pude negar que nos encontramos en una etapa de excepción en lo económico, social, político, cultural e ideológico. Y ello no es otra cosa que el reflejo de una aceleración histórica en la que el tiempo se comprime y avanza rápidamente. Cuesta trabajo dejar los esquemas mentales y adaptarse a una realidad que cambia cada día.

Políticas que parecían correctas y casi infalibles ya no lo son. En cambio, otras que eran motejadas de aberraciones izquierdistas resultan ahora posibles y hasta necesarias. Estamos en el momento de la gran opción: continuar insistiendo en la recuperación, que cual bálsamo de Fierabrás suavice y cure nuestras llagas, o por el contrario comenzar a asumir el cambio.

No hay otra salida para la humanidad que establecer un consenso en torno al cumplimiento de los Derechos Humanos contenidos en el Preámbulo y los 30 artículos de la solemne Declaración de 1948 y demás documentos que los desarrollan. Esa opción exige hacer de los planteamientos económicos puros conceptos instrumentales sometidos al desarrollo de la gran opción descrita.

Ni que decir tiene que la lógica de los mercados supuestamente independientes debe dejar paso a la centralidad de la política como impulso y evaluación de los procesos puestos en marcha para el fin acordado. La democracia, entendida como convenio entre seres libres e iguales para seguir conviniendo sobre el estado de su contrato social, exige de por sí el control sobre la macroeconomía dejando en todo caso partes de la microeconomía al juego de la oferta y la demanda.

Ese control implica el dominio público sobre los recursos financieros, energéticos y estratégicos en general. A partir de ahí, las grandes magnitudes que son usadas para calibrar la eficacia económica pasan a ser sustituidas por el Índice de Desarrollo Humano. Todo ello implica un inmenso dolor y esfuerzo de parto; pero sin duda mucho menor que el de la agonía del actual sistema que como decía Schumpeter muere de "éxito".

Julio Anguita, excoordinador general de Izquierda Unida.

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