UGT y CCOO temen que las manifestaciones del próximo 1 de mayo no sean tan multitudinarias como esperan. Y las causas son diversas.
El recorte de las subvenciones que reciben los sindicatos -algo a lo que deben de acostumbrase para buscar recursos propios- les deja sin presupuesto para alquilar transporte con el fin de que se una más gente a las protestas.
Pero no sólo es un problema económico. Las dos últimas huelgas generales han mostrado la desafección que cunde entre los trabajadores. Los parados desconfían de unos sindicatos que parecen defender sólo sus intereses y los de los trabajadores con más derechos y más seguridad en el empleo.
Al contar sólo con sus medios, CCOO y UGT tienen la oportunidad de comprobar su poder de convocatoria y olvidarse de los autobuses que recuerdan la época de los sindicatos verticales .
