Opinión

La moda de la fiscalidad creativa

Entre las multinacionales que operan en la UE se extiende la práctica de derivar su tributación a Luxemburgo, Irlanda u Holanda para aligerar la fiscalidad de sus filiales en España, Alemania, Reino Unido o Francia. Una moda que también goza de gran aceptación en EEUU, cuyas grandes empresas buscan las ventajas de los territorios offshore.

Según The Wall Street Journal las 60 mayores empresas americanas depositaron 166.000 millones de dólares en paraísos fiscales en 2012. Para evitar la pérdida de ingresos, los americanos se garantizan que estas compañías tributen un mínimo en EEUU bajo la amenaza de ser presas de un hostigamiento continuo por parte de Hacienda.

Por el contrario, en Europa es difícil conseguir una postura común pues hay Estados que ejercen la competencia fiscal contra el resto. Aun así, por caminos alternativos la Comisión Europea da algún que otro susto a las multinacionales, como sucedió con la multa de 561 millones de euros que recientemente se impuso a Microsoft por abuso de posición dominante.

En España la fiscalidad creativa fue inicialmente usada por las tecnológicas, a las que han seguido el resto de multinacionales. Por ejemplo, Nestlé ha decidido centralizar en Luxemburgo toda su tesorería. La empresa asegura que no hay intencionalidad fiscal, pero la filial española de la multinacional podrá deducirse los gastos financieros de los créditos de la luxemburguesa, que apenas tendrá que pagar impuestos por intereses allí obtenidos.

El agravio con las empresas que sólo operan en territorio nacional es evidente. Hacienda tiene que controlar más estos movimientos y poner medios para atajar una moda perniciosa para la competencia y las arcas del Estado.

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