China vuelve a crecer al 10 por ciento y levanta de nuevo el fantasma de la inflación. Pekín tendrá que subir tipos y recortar el crédito. Debe sacrificar crecimiento para no sobrecalentarse, algo que pesará sobre las exportaciones alemanas.
Tal situación mete presión para que el yuan se revalúe, el gran debate que sostienen chinos y americanos. Es verdad que una apreciación de la moneda china no devolvería los puestos de trabajo perdidos a EEUU, pues marcharían a otro sitio.
Pero sí daría capacidad adquisitiva al consumidor chino para corregir el desequilibrio entre unos países sobreendeudados que compran mucho y otros que ahorran sin consumir.
La pelea por la cuota de mercado global está servida. Y China va a provocar burbujas en las materias primas que nos restarán poder adquisitivo.
