Caja Madrid está en la fusión fría para crear sinergias. Por eso hay que reordenar la distribución de las oficinas y, se quiera o no, reestructurar la plantilla; vamos, un ERE. Hay que aumentar la eficiencia operativa para la viabilidad económica de la entidad resultante de la fusión. Por tanto, es lógico que los sindicatos se llamen a la parte para renegociar los convenios de las entidades fusionadas.
Reunidas las diferentes fuerzas sindicales de cada entidad, cada una ha presentado un paquete negociador que, una vez conjuntado, servirá de plataforma reivindicativa. Hasta aquí normal.
Hace unos días la sorpresa de los compañeros, de otros sindicatos, se produjo cuando leyeron el paquete de UGT; proponía mantener y extender a todos los empleados una Cesta de Navidad igual a la que Caja Segovia repartía hasta ahora.
¡Por supuesto! ¿Cómo renunciar a esa suculenta Cesta de Navidad?, debieron pensar los negociadores sindicales. Si no se admite, es la verdadera razón para la Huelga General. Sería el mayor retroceso de avances sociales desde Recaredo, que ya ofreció un cochinillo asado a sus mesnadas toledanas por Navidad, después del III Concilio de Toledo (año 589).
Reconozco que las negociaciones de convenios siempre son laboriosas y el tema de la Cesta de Navidad no es baladí. Cuando el empleado la recibe en su casa, la admiración de la familia y allegados le hace sentirse importante. ¡Qué baja autoestima si nadie llama a la puerta y no aparece un mensajero con una cesta cuanto más completa mejor!
¿No se creen la propuesta de UGT? Pues es cierto,me lo han dicho las lenguas de doble filo, que en el sindicalismo las hay. ¿Es un intento de desprestigiar a la UGT? ¡Qué va! Todo lo contrario, a mí me encantaría recibir esa Cesta de Navidad. Lo único que pasa es que en mi empresa no la hay, si acaso una botella de cava. Yo nunca renunciaría a ese Derecho Adquirido. Faltaría más.
J. R. Pin Arboledas, profesor del IESE.
