Autoridades y expertos están preocupados por la deuda pública. Su colocación es necesaria para que el Tesoro cumpla sus compromisos a corto plazo, y su tipo de interés indica la confianza, o desconfianza, de los mercados en la economía española a medio y largo.
La colocación de la Deuda Soberana del Reino de España la semana pasada fue aceptable; su demanda superó los 7.000 millones de euros frente a una necesidad de refinanciación de 3.500; de momento, Hacienda atenderá sus compromisos.
De hecho, esta semana la colocación de letras del Tesoro a corto plazo (12 y 18 meses) ha sido rápida y su interés, decreciente. Aún se puede colocar más deuda si se paga bien, porque su porcentaje sobre el PIB es bajo. No obstante, pronto superará el 60%; entonces no será tan fácil.
En cambio, el tipo de interés pagado a largo plazo en la colocación de la semana pasada superó el 5% y su tendencia es creciente. Los inversores ven riesgo para el futuro y, por eso, exigen mayor prima. A medio plazo los altos intereses agravarán el déficit presupuestario. Entonces necesitaremos más deuda a mayor interés. Eso producirá más déficit y así sucesivamente: un círculo vicioso.
Si los ingresos por deuda se utilizasen para inversiones productivas, por ejemplo infraestructuras, el futuro rendimiento de estas inversiones pagaría los intereses y principal. Por contra, ahora se usan para refinanciar deuda pasada o pagar gastos corrientes.
Es como si una familia se endeudara para divertirse cuando los salarios de sus miembros decrecen; no habrá ingresos futuros para pagar y los acreedores los embargarán.
¿Cómo piensa el Gobierno amortizar la deuda en los próximos años? Quizás espere recaudar más impuestos por crecimiento de la economía o estima que, como no gobernará, amortizarla no será su problema. Poco o nada se habló de esto en el debate del Estado de la Nación. Parece que no importa a nadie que nos ahogue la deuda. ç
J. R. Pin Arboledas, profesor del IESE.