Sin desmerecer la importancia de la reforma del mercado laboral, que está acaparando una buena parte del debate político de los últimos meses, hay una decisión más trascendente para nuestro crecimiento económico que apenas está siendo objeto de consideración. Esta decisión atañe al modelo económico futuro que queremos crear, como visión y posicionamiento de país, en virtud del cual será necesario definir una estrategia y política adecuadas para ponerlo en práctica. Las variables que determinan la viabilidad de cualquier proyecto son, en este caso, plenamente aplicables al país como ente supra-empresarial, y, mal que nos pese, la reforma del mercado laboral no va a tener el efecto dinamizador del empleo que la sociedad espera.
Uno de los sectores para los que existe una mayor unanimidad respecto de su importancia en el futuro modelo económico global es el de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Un sector que representa un porcentaje cada vez mayor del PIB del país, pero que además contribuye indirectamente a una parte todavía superior. Un sector cuya aportación a la productividad es incuestionable, al margen de los debates sobre la difícil medición de su impacto. Un sector que ha sido, durante el pasado año, el mayor generador de ofertas de empleo (según el VIII Barómetro Psicotec 2009). Un sector en el que España tiene una propuesta de valor que puede aportar y exportar, como se ha demostrado en la recientemente clausurada feria CebIT, o con la iniciativa Value Shore impulsada por la AEC.
En la que podríamos calificar como legislatura de la improvisación, donde los indicadores fundamentales publicados en un mes condicionan el debate político del siguiente, nuestro Gobierno debería también recapacitar sobre otras estadísticas igualmente significativas, aunque no tengan un impacto directo e inmediato en los diferenciales de crédito de nuestra deuda soberana? En los últimos años, España ha ido progresivamente descendiendo puestos en el Informe Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, ocupando actualmente el número 33. Y en el Informe Global de Tecnologías de la Información, publicado por el mismo organismo, nos encontramos en la posición 34, por detrás de países como Portugal, Eslovenia o Malta. Un paralelismo entre ambos informes que debería invitarnos a la reflexión, e instar a nuestro Gobierno a tomar medidas perentorias e inmediatas si no queremos perder el tren hacia el nuevo orden económico mundial.
Antonio Crespo, presidente de la International Association of Outsourcing Professionals (AEC) y director general de Quint Wellington Redwood.