Cada semana algún dirigente alemán sermonea a los europeos del sur acusándolos de falta de rigor en las finanzas públicas. Según ellos, los PIIGS (Portugal, Italy, Ireland, Greece y Spain) deterioran la credibilidad de los mercados financieros en las economías de la zona euro. Los sermones suben de tono con el tiempo. El último llegó a anunciar duras medidas disciplinarias; incluso la posibilidad de expulsar a un país de la moneda única.
Pero esas declaraciones no pasan de sermones , porque sería difícil sancionar a un país. ¿Se le podría sacar de los fondos de ayuda europeos? Imposible, eso agravaría aún más su mala situación. ¿Qué significa expulsar un país del euro? ¿Que sus representantes no ocupen sitios en el Banco Central Europeo u órganos de gobierno del euro? Sin embargo, no se puede impedir que mantenga como moneda el euro. Aunque en ese caso, probablemente el Gobierno de ese país debería decidir si le conviene o no recobrar soberanía en política monetaria y su moneda original.
Por tanto, lo preocupante no es que la zona euro decida expulsar a un país, sino que un Estado decida dejarla para recuperar soberanía en política monetaria. Sobre todo, si ese país fuera Alemania o Francia. Eso sí sería un retroceso para la UE. ¿Serán los sermones alemanes una forma de preparar a la opinión pública europea para esa eventualidad? No lo creo; es una po- sibilidad remota.
En todo caso, los dirigentes alemanes no deben olvidar que la UE ha coincidido con su época de mayor desarrollo, su proceso de unificación y, sobre todo, el periodo de paz más largo de la historia de nuestro continente. El sur debe recomponer sus finanzas públicas. Pero Merkel y asociados deben recordar que cualquier coste es preferible a los que Alemania sufrió el siglo pasado antes del tratado de la UE y el euro. La solución no es desmembrar la zona euro, sino profundizar en la Unión creando un poder político europeo real.
J. R. Pin Arboledas, profesor del IESE.