Opinión

El Gobierno frena las reformas

La estrategia electoral impone los anuncios amables para contrarrestar las malas previsiones de las encuestas.

Desde principios de año el Gobierno puso en marcha la estrategia electoral. Envuelto en un mensaje de optimismo -ya ha comenzado la recuperación- se anuncian medidas que prometen beneficios a una clase media que aún no siente los efectos del cambio de ciclo. Los responsables de la áreas económicas del Ejecutivo son las más volcados en esta tarea, sobre la base de una serie de indicadores ciertos como el turismo, la producción industrial o el freno en la destrucción de empleo.

El objetivo es romper las previsiones de las encuestas, que no auguran buenos resultados al PP en los comicios europeos. En el mejor de los casos dan un empate con el PSOE. Despejada, aunque con tardanza, la incógnita del candidato a las europeas, ahora se trata de allanar el camino a Miguel Arias Cañete para que salga airoso de la prueba. Se suceden los anuncios de rebajas fiscales en el IRPF y Sociedades para contentar a la galería, pero no se concreta cómo será finalmente la reforma fiscal, sólo sus aspectos más amables. Hacienda no hará público su contenido hasta después de las elecciones para no levantar suspicacias. Igualmente se paralizan las privatizaciones previstas, se defiende la españolidad de Deoleo, se acude en socorro de las autopistas o se descongela la oferta de empleo público.

De los problemas pendientes -déficit y deuda- ya no se habla y se desoyen los consejos del FMI y la UE de que hay que seguir con las reformas. Este es el error más grave, porque varios miembros del Gobierno ya han dicho públicamente que se han terminado los ajustes. Y una de dos, o se intenta crear el espejismo de que ya está todo hecho o se demoran las soluciones a futuro. Estamos en tiempo muerto preelectoral y los políticos ganan a los estadistas.

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