
Si hace unas semanas, cuando el gurú Bernard Madoff fue detenido, muchos se preguntaron asombrados cómo podía haber estafado a miles de clientes de alto nivel sin que las autoridades se dieran cuenta, desde ayer ese asombro probablemente se ha convertido en estupor. Porque, según The Wall Street Journal, varios organismos regulatorios de los mercados financieros estadounidenses investigaron hasta en ocho ocasiones en los últimos 16 años las actividades de Madoff Investment Securities, la firma a través de la cual se estructuró el fraude, sin encontrar ni un solo indicio del monumental timo que se estaba llevando a cabo.
Precisamente ayer comenzaron en el Congreso las sesiones de la comisión que investigará el caso y estudiará los motivos del fracaso de los reguladores.
De momento, el administrador judicial encargado de supervisar la liquidación de la firma, Irving Picard, asegura que unos 830 millones de dólares (609,5 millones de euros) en activos de Madoff Investment Securities son líquidos, en contra de los 200 o 300 millones que calculó el propio gurú cuando confesó su fraude a sus empleados. Pese a todo, esta cantidad es irrisoria comparada con las pérdidas milmillonarias de sus clientes.
Investigado 8 veces en 16 años
Madoff tuvo un primer encontronazo con la SEC -Securities and Exchange Commission, el equivalente estadounidense a la CNMV española- en 1992. Entonces, el regulador de los mercados norteamericanos denunció a dos contables de Florida por vender activos no registrados, con rendimientos de entre el 13,5 y el 20%. El dinero, en realidad, salía de la firma de Madoff, que logró esquivar el ojo inquisidor de las autoridades al asegurar que no tenía constancia de que el dinero hubiera sido captado de manera ilegal.
La investigación, sin embargo, daba a entender que Madoff gestionaba dinero en nombre de otros, a pesar de que el gurú hasta entonces afirmaba limitarse a ejercer como broker, es decir, a ejecutar las operaciones que ordenaban sus clientes, sin aconsejar ni asesorar sobre ellas.
Siete años más tarde, en 1999 y 2000, la SEC volvió a la carga con Madoff. Esta vez para comprobar que no cometía ninguna irregularidad a la hora de realizar las operaciones. Los reguladores temían que el gurú incurriera en una práctica conocida como front-running, esto es, ejecutar las órdenes de sus clientes prioritarios antes de enviar al sistema grandes órdenes de compra y venta de otros clientes, con la ventaja que eso supone: pueden beneficiarse de grandes subidas o bajadas en muy poco tiempo. Esta vez Madoff presentó nuevos procedimientos a la SEC y logró de nuevo escabullirse.
Al año siguiente, en 2001, apareció en escena Harry Markopolos, ejecutivo de una firma rival, y que en una reunión con investigadores de la SEC en Boston describió sus preocupaciones por la inquebrantable regularidad de Madoff a la hora de conseguir rentabilidad en los mercados. Al mismo tiempo, las revistas Barron's y MarHedge publicaron artículos en los que acusaron al gurú de fraude. De nuevo, no hubo resultados. Ni tampoco en 2004, cuando volvió a abrirse una investigación por front-running.
Negocio de asesoría
Sí hubo más éxito en enero de 2005 cuando, de nuevo, se abrió expediente a Madoff por la misma irregularidad. En realidad, no es que se encontraran pruebas de que favoreciera a sus clientes VIP. Lo que descubrió la SEC es que su negocio de asesoría de inversión contaba con 16 clientes y un patrimonio de 8.000 millones de dólares. Cualquier firma con más de 14 clientes, de acuerdo con las normas estadounidenses, debe registrarse en la SEC.
Madoff, una vez más, demostró ser de lo más resbaladizo para los reguladores. Afirmó que no asesoraba, sino que sólo ejecutaba las operaciones de sus clientes, y que eso podía demostrarse porque no cobraba un porcentaje de los beneficios obtenidos -lo habitual en el negocio de los hedge funds-, sino una comisión fija.
Meses más tarde, en noviembre, Markopolos irrumpió de nuevo. Y esta vez acusó directamente a Madoff de pergeñar un fraude piramidal. La investigación esta vez fue más profunda... y de nuevo la SEC fue incapaz de detectarlo. La firma acabó acusada de diversas irregularidades y, esta vez sí, se vio obligada a reconocer que asesoraba a clientes. Madoff se registró en la SEC y el regulador, a cambio, ocultó sus averiguaciones.
Tampoco la Finra-Financial Industry Regulatory Authority, entidad de autorregulación del sector financiero- detectó la estafa en una investigación en 2007, a pesar de que en su informe ya advertía de que algunas de las divisiones de la firma no parecían tener clientes. La incapacidad de la Finra para descubrir el fraude deja en mal lugar a Mary Schapiro, elegida por Obama para presidir la SEC, y entonces máxima responsable del organismo.