
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, cumplió el miércoles con el guión previsto y defendió con contundencia el programa de compra de deuda pública que aprobó en enero. Algunos bancos e instituciones habían mostrado en las últimas semanas sus dudas sobre la capacidad de la entidad para culminar el programa, como Moody's, que alertó el martes que el BCE se quedará sin deuda para comprar en algunos países a la vuelta del verano. Draghi quiso dejar claro que los miembros de la entidad no tienen ningún tipo de dudas.
"Estoy sorprendido", ironizó, "acabamos de empezar el programa y ya hay quien cree que no podremos completarlo o que tendremos que cambiarlo ¿acabará esta maratón de dudas algún día?".
SuperMario defendió la flexibilidad del programa tal y como está diseñado, por lo que, si en algún momento hay problemas para completarlo, la entidad podría cambiar los criterios y así comprar otros bonos. Una de las opciones que barajaba el mercado era que la entidad eliminase el suelo de la facilidad de depósito, pero Draghi respondió un "no" rotundo. Esto significa que la institución no adquirirá bonos con una rentabilidad inferior al -0,2%.
Mejor un buen ataque
Draghi pasó de la defensa al ataque en unos minutos: no sólo es que sea posible culminar el programa con éxito, sino que es imprescindible para consolidar la recuperación y generar inflación. "Draghi hace bien al señalar la necesidad de la plena implementación de las medidas adoptadas", advierte Tom Rogers, analista de Ernst & Young.
SuperMario incluso felicitó a la institución por conseguir rebajar los tipos de interés reales del mercado, gracias a la caída de las rentabilidades nominales y a la recuperación de las expectativas de inflación. Draghi reconoció que esto es lo que el BCE estuvo intentando durante la segunda mitad de 2014 sin éxito, ya que mientras caían los rendimentos nominales, la inflación también se deterioraba al mismo ritmo, o incluso mayor, lo que provocaba que los intereses reales de la economía no se relajaran.
Draghi también quiso tranquilizar al mercado ante una de sus principales preocupaciones: ¿Está la eurozona inmersa en una burbuja? Draghi reconoció que el escenario de tipos de interés bajos prolongados es un "terreno fértil" para que surjan desequilibrios, pero negó que la entidad haya localizado ningún peligro. "Vigilamos la situación, pero no vemos burbujas que puedan desestabilizar al sistema financiero", explicó. Además, advirtió que combatirán cualquier desequilibrio con políticas macroprudenciales, pero que en ningún caso condicionarán la política monetaria, cuyo mandato es la estabilidad de precios, a cualquier otro objetivo.
La anécdota de la reunión fue la irrupción de una activista de Femen durante la rueda de prensa. Josephine Witt, que es como se llama, saltó de un brinco a sobre la mesa de Draghi mientras lanzaba confeti y papeles en los que protestaba: "Una conferencia de prensa no es suficiente para llamarlo democracia".