
¿Y si alguien le dijera que la rentabilidad acumulada hasta ahora en Suiza, Japón, China o Nueva Zelanda puede ser muy superior a la registrada en España y similar a la acumulada por el EuroStoxx desde enero? Pues eso es lo que ocurre para los inversores europeos
beneficiados por una desfavorable evolución del tipo de cambio del euro en 2015.
En el presente ejercicio -el de 2015-, repasar la evolución de los distintos selectivos fuera de la eurozona puede resultar, en cierto modo, desconcertante. A vista de pájaro, comparar los índices de referencia en el Viejo Continente, con Wall Street o con otra serie de indicadores de renta variable como el SMI suizo o el Nikkei japonés deja en muy buena posición a los parqués europeos e induce de manera inmediata a buscar las explicaciones en la política monetaria llevada a cabo por el BCE.
El programa de compra de activos públicos y privados ha generado, entre otras muchas consecuencias, que el optimismo se haya instaurado en las bolsas continentales. "Se ha confirmado un claro patrón de continuidad alcista que abre la puerta a un nuevo segmento al alza", señala Joan Cabrero, director de estrategia de Ecotrader.
A simple vista, este hecho contrasta con el comportamiento registrado, por ejemplo, en el Swiss Market Index (SMI), donde las alzas se han impuesto en general en el bagaje de 2015, pero con mucha menos intensidad. Mientras en Europa las ganancias medias rondan el 17 por ciento, en Suiza este porcentaje se ve reducido al 4 por ciento en la bolsa helvética. Pero, ¿y si alguien le dijera que la rentabilidad acumulada por este mercado puede ser incluso superior a la registrada en España y muy similar a la acumulada por el EuroStoxx desde el primero de enero?
Pues eso es lo que en realidad ocurre para quien invierta en euros. El inversor de la eurozona que en 2015 haya decidido tomar posiciones en mercados como el americano, el británico, el suizo o incluso el japonés no sólo gana más que cualquiera que lo haya hecho en divisa local, sino que puede llegar a triplicar incluso el rendimiento de estos selectivos gracias a unas divisas que siguen bajo el efecto de los bancos centrales.
Nunca antes en la historia se habían visto políticas monetarias tan contrapuestas entre las principales entidades centrales del mundo. El resultado no es otro que una divisa única depreciándose frente a las de esos bancos centrales menos propensos a estimulos ahora. Y en este sentido el SMI suizo también es uno de los principales afectados.
A comienzos de año, y después de tres años y medio poniendo un techo a su divisa, el Banco Nacional de Suiza decidió aceptar la apreciación de su moneda y anunció que abandonaba su política de mantener un tipo de cambio máximo para el franco, que estaba estipulado en 1,20 unidades por euro.
¿El resultado? Por un lado se produjo una fuerte apreciación del franco suizo frente al euro. Se disparó de inmediato en la que ha sido su subida más fuerte de la historia: un 16 por ciento contra el euro. Por otro lado, las consecuencias también se dejaron sentir en la bolsa helvética que registró un descenso del 15 por ciento para los inversores en divisa local al calor de las previsibles connotaciones negativas para las exportadoras como Roche, Novartis, Nestlé...
Estos efectos negativos, sin embargo, para quien invirtiera en euros no serían tales al ver compensada la caída en bolsa con el efecto divisa. Es más, la bolsa suiza se encuentra en máximos históricos para un inversor de la eurozona que no se cubra en divisa (todo lo que sube contra el euro es ganancia para el inversor europeo). Y con ella algunos de sus valores estrella para los analistas, como es el caso de la farmacéutica Roche, que forma parte de elMonitor por sus sólidos fundamentales. Además de títulos como este, se pueden encontrar fondos que invierten en el mercado suizo en euros, como el FonCaixa Bolsa Gestión Suiza Estándar, que gana casi un 20 por ciento en el año o el SSgA Switzerland Index Equity, que cuenta con tres estrellas MorningStar.
Además del franco
Este hecho no es exclusivo de las ya comentadas bolsas estadounidense, británica y suiza. Entre las cinco divisas que más se aprecian respecto al euro se encuentran además otra serie de monedas como el dólar neozelandés o el yen japonés, que a pesar de las medidas de estímulo de Haruhiko Kuroda se ha apreciado respecto a la moneda única en 2015. Por ello, una rentabilidad del Nikkei del 11,6 por ciento en lo que va de año (la referencia nipona se encuentra cerca de sus máximos de los últimos 15 años en divisa local) se traduce en unas ganancias del 25 por ciento para quien invierta en euros en él y genera unos máximos más claros si cabe.
Y en este sentido tampoco se deben olvidar países como China o Corea del Sur. Estas son las divisas que se han mantenido más estables respecto al dólar estadounidense en los últimos dos ejercicios, por lo que se han apreciado respecto al euro (desde el ejercicio de 2013 el dólar estadounidense se ha apreciado más de un 17 por ciento frente al euro). De hecho, la cotización del yuan o renminbi se mantiene ligada al dólar estadounidense desde 1995. Por ello, en los últimos dos años, el cambio entre la divisa oriental y el billete verde apenas se ha revalorizado en un 0,3 por ciento.
"La renta variable china sigue marcando nuevos máximos de varios años", afirman desde Barclays, y más si se invierte en ella en euros. Una muestra de ello es la rentabilidad de algunos fondos que invierten en la divisa común en China como el Fidelity China Focus o el Pioneer Fds China Eq I, que cuentan con cuatro estrellas Morningstar. Sus ganancias superan el 17,5 por ciento en 2015 y en los últimos doce meses ascienden por encima del 65 por ciento en el primero de ellos.