
El Banco Central Europeo (BCE) publicó el jueves las actas de una reunión por primera vez, en un paso decisivo para aumentar la transparencia de su proceso de toma de decisiones. El jueves se conocieron los detalles de la reunión histórica de la entidad en la que anunció el programa de compra de bonos, el famoso QE. Los miembros del Consejo de Gobierno se plantearon comprar solo bonos corporativos, sin embargo, desecharon esta opción por la escasa profundidad del mercado y las rentabilidades tan bajas que ofrece.
La entidad no quiso introducir más distorsiones en este mercado, más cuando su presidente, Mario Draghi, ya había mostrado su preocupación por el avance de los precios, que podía asemejarse al comportamiento de una burbuja. Si el BCE hubiese optado por una intromisión en este mercado con compras de 60.000 millones al mes, hubiese manipulado por completo la formación de precios. Para evitar monopolizar el mercado, la entidad se puso como límite el 25% de cada colocación y el 33% de un mismo emisor.
De este modo, el BCE dejó entrever con sus actas que tenía pocas opciones alternativas a la compra de bonos soberanos si quería lanzar un QE. "Se acordó que cualquier medida adicional de política monetaria tendría que incorporar compra de deuda pública", afirmó.
La estrategia de Draghi
La transparencia del BCE con las actas permite hacer un seguimiento a la estrategia de Draghi para convencer a sus colegas del Consejo de Gobierno de la necesidad de aplicar un programa contundente. "El avance de los mercados financieros refleja las expectativas sobre las decisiones que se vayan a adoptar en la reunión de hoy", explican las actas. "De este modo, si no se anuncian las medidas esperadas podría producirse una vuelta en los mercados financieros". La cuestión es ¿quién, o quiénes, levantaron estas expectativas? Ni más ni menos que el propio Draghi y otros miembros de la entidad proclives a los estímulos (palomas), quienes se encargaron de anunciar en las semanas anteriores a la reunión que se necesitaba un golpe de mano para acabar con el descenso de la inflación.
Ellos fueron los encargados de meter al BCE en un callejón sin salida por las altas expectativas de estímulos que habían construido en el mercado.
Pese a todo, hubo algunos miembros del ala dura que pidieron al Consejo de Gobierno "esperar a ver cómo evolucionaba" la coyuntura económica antes de aprobar más estímulos monetarios. Al final hubo una "amplia mayoría" que votó a favor de anunciar un programa de compra de 60.000 millones de euros mensuales.