La huella de la paloma que Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, lleva dentro se dejó sentir al término de la reunión de dos días del Comité de Mercado Abierto del banco central (FOMC, por sus siglas en inglés).
Visto que la tasa de paro a este lado del Atlántico se aleja sólo dos décimas del umbral del 6,5% establecido por su predecesor, Ben Bernanke, como señal para comenzar a subir el precio del dinero, la mandamás de la Fed optó por eliminarla. Al fin y al cabo, la caída del desempleo en el país no siempre ha estado fomentada por razones saludables, porque la fuga de personas de la fuerza laboral es considerable, mientras los inversores muestran su temor a una subida de tipos antes de lo previsto.
Aún así, la hoja de ruta de la Fed continúa, en esencia, intacta. Al menos así lo aclaró la propia capitana del banco central durante su primera conferencia de prensa como presidenta de la Reserva Federal. "El progreso hacia los objetivos permanece básicamente sin cambios" afirmó Yellen, quien no dio excesiva importancia a los síntomas de debilidad derivados del mal tiempo que azota al país desde finales del año pasado. De todas formas la presidenta de la Fed reconoció que algunos funcionarios "pusieron de manifiesto que la tasa potencial de crecimiento de la economía podría ser baja, al menos, durante algún tiempo".
Pero ¿muerto el perro, se acabó la rabia? Parece que no. Yellen y el resto de los altos funcionarios que aprobaron el comunicado mantuvieron el ritmo de la reducción de las compras de bonos del Tesoro y activos respaldados por hipotecas, al recortar sus adquisiciones en otros 10.000 millones de dólares más. Así, a partir de abril, la tercera ronda del conocido como Quantitative Easing se limitará a comprar activos hiporecarios por valor de 25.000 millones de dólares y continuará engullendo 30.000 millones de dólares en bonos del Tesoro a largo plazo. Con esta operación, además de continuar engordando su balance, que sobrepasa ya la friolera de cuatro billones de dólares, la Fed continúa intentando mantener los tipos de interés a largo plazo relativamente bajos. De ahí, la recuperación en el mercado hipotecario y en los créditos al consumo.
Un único disidente
Sin embargo, el hecho que atormenta al mercado es el comienzo real del endurecimiento en la política monetaria de la mayor economía del mundo, adicta desde 2008 a unos tipos de interés a corto plazo que se han acomodado entre el 0 y el 0,25%. Visto que la reducción en los niveles de paro ha caído de forma constante en los últimos meses, Yellen y sus chicos optaron por eliminar el referente del 6,5% y afirmar que el temido encarecimiento del dinero dará su pistoletazo de salida cuando el mercado laboral "asegure su progreso hacia los objetivos de pleno empleo y la inflación ronde el 2%". Una vez más, y por clara influencia de Yellen, a la hora de decidir cuál será el momento adecuado para una subida de tipos se "tendrá en consideración un amplio rango de información, incluidas las medidas y condiciones del mercado laboral, indicadores de posibles presiones inflacionistas así como proyecciones en los precios al consumo y las lecturas de los desarrollos financieros", rezaba este documento.
Dicho esto, Narayana Kocherlakota, presidente de la Fed de Minneapolis, consideró que los cambios realizados en el comunicado final restaron fuerza y credibilidad al FOMC en su objetivo de alcanzar una inflación del 2% y generarán incertidumbre sobre la política monetaria, que podría hacer mella en la actividad económica. Es por ello que fue el único que votó en contra. El resto, donde se incluyeron Yellen, William C. Dudley, Richard W. Fisher, Sandra Pianalto, Charles Plosser, Jerom Powell, Jeremy Stein y Daniel Tarullo apoyaron los cambios en el conocido como forward guidance del Comité. Yellen sentenció ante los medios de comunicación que la Fed está "completamente comprometida con una inflación objetiva del 2%".
Por primera vez y de forma explícita, el banco central estadounidense dejó caer su intención de mantener los tipos de interés a corto plazo por debajo de lo normal, aunque la inflación y el empleo regresen a su tendencia normalizada a largo plazo. Entonces, ¿cómo considera la Fed que llegará el endurecimiento monetario? Queda claro que, salvo imprevistos de última hora, la subida de tipos no llegará hasta bien entrado 2015. Diez de los 16 funcionarios de la Fed, que participaron en las proyecciones económicas dadas a conocer ayer junto al comunicado del FOMC dijeron que los tipos de interés de referencia podrían aumentar hasta un 1% o más a finales de 2015, un leve aumento desde las previsiones de diciembre, cuando sólo siete funcionarios vieron tasas iguales o superiores al 1%. Doce de los 16 funcionarios esperan que los tipos alcancen el 2% o más a finales de 2016, una proyección que también supera las estimaciones presentadas hace poco más de tres meses.
