No sorprende que Merrill Lynch se cuestione el estado de las bolsas europeas en su última nota de estrategia. La respuesta es razonablemente positiva aunque demasiado sofisticada para dejarnos conclusiones claras. Pero sus argumentos nos dan una visión interesante sobre las razones que están detrás del debate actual.
Merrill reconoce que las rebajas de estimaciones de beneficios por parte de los analistas pueden ser demasiado tímidas todavía, dadas las actuales presiones sobre las cuentas de las compañías. Esto es preocupante, puesto que sugiere que el mercado va a encontrarse con sorpresas negativas en los resultados en los próximos trimestres.
Los beneficios empresariales pueden caer
Más alentadoras son las medidas de valoración a pesar de la subida superior al 12% que hemos experimentado desde los mínimos de marzo. Según los propios cálculos de Merrill, la prima de riesgo de la bolsa aún está en un máximo histórico del 6%, y el PER (precio/beneficios empresariales) se encuentra en 11,7 veces, es decir, con un descuento del 25% respecto a su media histórica. Dicho de otra forma: los beneficios empresariales pueden caer un 25% sin provocar el pánico. Y la historia nos enseña que la caída de beneficios en el ciclo actual no debería superar el 35%.
Asimismo, un PER inferior a 12 veces sugiere que los inversores ya están descontando unas tasas de inflación de entre el 3% y el 5%. Si esto es así, los temores inflacionistas no tendrán un impacto en las cotizaciones a medio plazo. También es alentador el hecho de que las acciones estén dando una rentabilidad por dividendo cercana a la de los bonos del Estado, frente a una diferencia del 3% como media en el pasado. Hay razones para que las bolsas no caigan demasiado, incluso aunque la rentabilidad de los bonos suba en sincronía con las expectativas inflacionistas.
Caída violenta
Con todos estos elementos, el equilibrio de riesgos sugiere que el mercado va a tener que luchar para encontrar catalizadores alcistas, pero está bien protegido contra una caída violenta. Además, Merrill señala que los bonos no ofrecen gran valor a estos precios, lo que puede animar a los gestores de fondos a mantenerse en bolsa por la falta de alternativas.
Si creemos que las valoraciones mueven a las bolsas a medio plazo, entonces los mercados tienen más probabilidades de subir que de bajar en los próximos seis meses. Pero hay que tener cuidado con la revancha de la inflación, que puede alterar el comportamiento de los inversores de tal manera que las valoraciones actuales se queden obsoletas.