Bolsa, mercados y cotizaciones

Bernanke, un buen capitán al mando de la Reserva Federal

Ben Bernanke, presidente de la Fed. Foto: archivo.

En Apollo 13, famosa película sobre el accidentado retorno a la tierra de Jim Lovell y su tripulación en abril de 1970, se dice en un momento que la maniobra de reentrada en la atmósfera de la tierra es extremadamente delicada. Un ángulo demasiado abierto puede hacer rebotar la nave hacia el espacio, y si el ángulo es demasiado cerrado, la reentrada destruye la nave.

Esta imagen me sirve para comentar la situación que viven los mercados desde hace unos 9 meses. Me refiero al fin de la política monetaria que se ha aplicado desde el inicio de la crisis, en 2008, hasta ahora, para dar paso a una política monetaria normalizada. Tras un ciclo de relajación, con inyecciones de liquidez y recorte de tipos, el cambio al ciclo siguiente, de restricción y tipos más altos, siempre supone un reto para un banco central. Si se precipita en este cambio de rumbo, la economía se vuelve a enfriar sin haber ganado velocidad. Si se retrasa, la inflación puede repuntar y obligar a medidas mucho más drásticas posteriormente. El equilibrio es muy difícil; de ahí la importancia de elegir al gobernador de la institución. Su pericia de timonel no debe ser inferior a la del astronauta que pilota la nave en la reentrada.

En el caso de Ben Bernanke, creo que es justo decir que está consiguiendo lo imposible. Su gran conocimiento académico de otras grandes crisis en las que la política monetaria no estuvo acertada, le permitió aplicar medidas más agresivas. La nave monetaria emprendió un viaje a lo desconocido en 2008, pues nunca se había llegado tan lejos en los estímulos. Las políticas de tipos cercanos a cero y expansión cuantitativa, con compra de activos financieros a base de fabricar dinero permitieron primero evitar el colapso total tras la quiebra de Lehman Brothers y, años después, el inicio de una recuperación económica que ahora es tangible. Pero los mercados han entrado en una etapa en la que los precios de los activos están intervenidos, incluso manipulados, por el propio banco central. Revertir esa política entraña un riesgo alto de provocar una fuerte caída de los precios de los activos de renta fija que la Fed deja de comprar, y como consecuencia puede afectar negativamente a otros que al final deben valorarse en función de los tipos de interés, como las acciones. Además, el riesgo de provocar un fuerte repunte de inflación sin haber logrado crecimiento no es despreciable.

Lo cierto es que desde que en mayo se empezó a hablar de la retirada de fondos, el famoso tapering, es cierto que los tipos a largo plazo han subido de forma considerable, pero también lo es que no ha habido un descalabro, como sí lo hubo en 1994. La Fed ha sabido controlar su mensaje y ello ha permitido sucesivas correcciones de la trayectoria. El viaje no se ha completado, ni mucho menos. De hecho a día de hoy prácticamente no se ha iniciado la retirada de fondos, proceso que durará todo este año. Y de subir los tipos, ni se habla, aunque todos sabemos que acabarán subiendo.

Mientras, las bolsas están en máximos de los últimos años, especialmente en el mundo desarrollado. Bernanke ha conseguido que todos sepamos que en el futuro la política monetaria será más dura sin que ello suponga el inicio de una espiral bajista en las bolsas. Los inversores en renta fija saben que es mejor mantener una vida media corta en sus carteras para evitar pérdidas por valoración. Los inversores en bolsa intuyen que sólo cuando el crecimiento de la economía esté consolidado empezarán a subir los tipos.

¿Y el comandante Draghi?

El BCE llevaba un rumbo incierto hasta que Draghi se hizo con los mandos. Aquí también tenemos un buen piloto, teniendo en cuenta que sus técnicos en tierra, los gobiernos europeos, no se acaban de poner de acuerdo en temas fundamentales. Draghi ha conseguido reducir las primas de riesgo de los países periféricos y alejar el fantasma de la ruptura de Euro, sin tan siquiera desembolsar un euro en la compra de activos.

En definitiva, parece claro que elegir al comandante de nuestra nave monetaria es una de las decisiones más importantes en economía. Esperemos que Janet Yellen, tenga la misma habilidad que su predecesor.

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