
La crisis económica más grave desde la Gran Depresión ha puesto sobre la mesa el debate sobre las recetas monetarias apropiadas. Los bancos centrales que han sido más agresivos, los de EEUU y Reino Unido, estudian el momento adecuado para retirar sus estímulos sin que se generen desequilibrios económicos, mientras que los más retrasados, los de Europa y Japón, están acelerando.
Los libros de Historia recordarán en pocas décadas la difícil crisis económica que asoló a los países desarrollados entre 2008 y una fecha de salida que sólo el tiempo determinará. En esas páginas serán protagonistas, casi como nunca en la historia económica lo fueron, los bancos centrales. En estos años se han convertido en los auténticos salvadores de la economía. En su función de prestamistas de última instancia, han evitado una crisis de liquidez que en 2008 amenazó con provocar una caída paulatina del sistema financiero mundial, como si de un efecto dominó se tratase.
Estos protagonistas de la Historia económica del siglo XXI todavía tendrán que escribir cómo será la salida de la crisis con unas políticas monetarias que sólo el tiempo determinará si fueron o no acertadas. En EEUU o Reino Unido la estrategia seguida ha sido la de impulsar fuertes estímulos cuantitativos para estimular a la economía y ahora parece ser el momento de pensar en retirarlos. Por el contrario, Japón y la eurozona, más retrasados en sus políticas expansivas, se ven tentados a pisar el acelerador para que los indicios de salida de la crisis sean algo más que un conjunto de pobres datos económicos positivos y mucha ilusión en su interpretación.
Una carrera en direcciones opuestas en la que el Banco de Japón (BoJ) y del Reino Unido (BoE) parecen tener la delantera tomada respecto al Banco Central Europeo (BCE) y la Reserva Federal (Fed), respectivamente. Los próximos meses serán clave en el rumbo que van a tomar los líderes de las distintas entidades y los mercados permanecen alerta a cada mínima señal que permita anticipar sus decisiones.
Un extranjero lidera la carrera
En contra de lo que parecía hace unos meses, el primer líder de uno de los grandes bancos centrales de países desarrollados en iniciar la retirada de estímulos puede ser Mark Carney, el presidente canadiense del Banco de Inglaterra. Nombrado para ser el encargado de conducir la política monetaria en la salida de la crisis, puede ser el que lidere la carrera hacia la retirada de estímulos. El buen desempeño de la economía británica, con el paro en niveles del 7,6%, ha llevado a Carney a anticipar su previsión de subida de tipos, de finales de 2016 a 2015. Sin embargo, cada vez más expertos creen que llegará antes: un sondeo de Bloomberg muestra como un 25% de las casas de análisis esperan una subida en el próximo año, mientras que sólo un 17% cree que lo haga la Fed en 2014.
El camino hacia la retirada de estímulos de la institución monetaria estadounidense tendrá otro recorrido, ya que en un primer momento pasará por un recorte de su programa de expansión cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés). Las inyecciones mensuales de 85.000 millones de dólares tendrán una fecha límite, pero lo difícil es prever cuándo. Cada vez más analistas descartan un recorte en las reuniones de diciembre y de enero, las últimas que tendrán a Ben Bernanke como presidente de la Fed. Las riendas de la política monetaria quedarán entonces en manos de Janet Yellen, por lo que probablemente tenga que ser ella quien lidere el fin de las inyecciones de la institución... una economista que, por otra parte, es claramente favorable al mantenimiento de los estímulos si benefician al mercado laboral. La ironía de una paloma retirando políticas expansivas.
Yellen podría tener que moverse en un Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés), con un mayor número de halcones, aquellos que confían en la efectividad de una política monetaria más prudente. "Siete de los doce miembros de la entidad cambiarán en los próximos meses, y algunas palomas podrían salir, sustituidas por miembros de un ala más dura", explica el equipo de análisis de Deutsche Bank. El consenso de mercado cree que iniciará la retirada de estímulos de forma paulatina en marzo.
Más madera
En Europa y Japón, el discurso de los banqueros centrales es bien diferente, ya que está basado en una economía mucho más débil. Lejos de contraer su política monetaria, el Banco Central Europeo redujo los tipos de interés al 0,25% en su reunión de noviembre. Un paso histórico para la entidad que, desde entonces ha lanzado al mercado más mensajes sobre nuevas medidas no convencionales que está barajando. Entre ellas, la de situar la facilidad de depósito en negativo para forzar a que los bancos muevan su liquidez y no lo aparquen en el BCE, o incluso un programa de compra de estímulos al más puro estilo QE. Así lo expuso Peter Praet, miembro del Comité Ejecutivo de la institución y lo confirmó Vítor Constâncio, vicepresidente de la entidad esta semana. Aunque no se ha avanzado ningún detalle, los líderes de la institución siguen buscando alternativas para generar más liquidez en Europa. Su última decisión ha sido la de suspender entre mediados de diciembre y el 15 de enero la ventana de devolución anticipada de la banca de los préstamos LTRO.
Japón, en su empeño por salir de una deflación endémica ha optado por adoptar una política fiscal y monetaria ultra-agresiva, con medidas inéditas en la historia de la política monetaria para intentar doblar su base monetaria en tan solo dos años. Un experimento que, por el momento, ha depreciado con fuerza al yen y ha disparado su déficit comercial.