Con pocas referencias importantes durante el mes de agosto, el cambio de tornas del mercado un día antes de que se publiquen las actas de la última reunión de la Reserva Federal, también se extendió a las divisas. Los inversores optaron por vender dólares ante la incertidumbre de si habrá pistas sobre la fecha en que EEUU podría empezar a retirar los estímulos económicos y, el único dato publicado, el Índice de la Fed de Chicago, fue peor de lo previsto, dando alas a la idea de que la retirada todavía puede tardar.
Esa debilidad del billete verde, que cayó frente al euro, el franco suizo, el yen y las coronas sueca y danesa, llevó a la moneda única a máximos no vistos desde el mes de febrero. El euro recuperó los 1,34 dólares por primera vez desde entonces, y lo hizo tras dos días consecutivos de avances contra el dólar, frente al que situó su cambio en los 1,342 dólares. Los últimos datos positivos publicados en la eurozona, unido a la incertidumbre sobre los próximos pasos de la Fed, están provocando que la divisa única se aprecie incluso con un escenario de tipos bajos "durante un periodo prolongado de tiempo", como prometió el Banco Central Europeo.
"Es llamativo el optimismo actual del mercado sobre la recuperación económica del área. Una recuperación temporal y cíclica que poco tiene que ver con la sostenible generadora de empleo que todos deseamos", afirma José Luis Martínez Campuzando, estratega de Citi en España. De hecho, la moneda de la eurozona se apreció contra sus 10 principales cruces: también frente al yen, contra el que situó su cambio más alto de las últimas dos semanas.
En el lado contrario, el kiwi fue el más castigado. La divisa neozelandesa, se depreció un 1,7% contra el euro, después de que el gobernador del Banco Central de Nueva Zelanda, Graeme Wheeler, señalase que la divisa está sobrevalorada.