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Bernanke no da más pistas sobre la retirada de estímulos

Mientras el mercado hace sus cábalas sobre quién será el próximo guardián al frente de la Reserva Federal, Ben Bernanke y el resto de miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Fed (FOMC, por sus siglas en inglés) confirmaron su intención de seguir comprando 85.000 millones de dólares en bonos del Tesoro y activos hipotecarios al mes.

Sin señales de cuándo o cómo se reducirán los estímulos (QE, por sus siglas en inglés), la institución ofreció un diagnóstico ligeramente más pesimista sobre la economía del país y advirtió sobre los riesgos que implica mantener la inflación baja durante un largo periodo de tiempo.

"El comité reconoce que la inflación persistente por debajo de su objetivo del 2% podría suponer un riesgo para el desempeño económico, pero se anticipa que la inflación se moverá hacia su objetivo a medio plazo", señalaba el comunicado emitido al finalizar la reunión.

Sin embargo, en un ligero cambio de matices, la Fed determinó que la economía de EEUU creció "a un ritmo modesto", durante la primera mitad del año mientras reconocía que los tipos de interés hipotecarios "han subido ligeramente". Hasta ahora, los miembros del Comité se referían a la evolución del PIB "de modesto a moderado" por lo que la omisión de este último atisba cierto tono pesimista. Al mismo tiempo, el comentario sobre las tasas hipotecarias pone de manifiesto una nueva preocupación para la institución, que no se había incluido en mensajes anteriores. Precisamente, el comunicado de dista en cierta forma del testimonio semestral que ofreció Bernanke ante el Congreso el pasado 17 de julio, cuando reconoció que el mercado laboral estaba "mejorando gradualmente" y que las compras de activos "podrían reducirse un poco más rápido" si la economía mejoraba antes de lo esperado. Además, dijo que el actual ritmo de compras "se podría mantener por más tiempo" si se observase un deterioro en las perspectivas de empleo (los datos económicos publicados fueron mejores de lo previsto.

Los responsables de política monetaria también mantuvieron en su comunicado final su compromiso de dejar sin cambios los tipos de interés cerca de cero, siempre y cuando la tasa de paro se mantenga por encima del 6,5% y las perspectivas para la inflación durante uno o dos años no superen el 2,5%. Como viene siendo costumbre, Esther George, halcón por excelencia y presidenta de la Fed de Kansas City votó en contra de esta decisión por quinta vez consecutiva al considerar que los estímulos y el dinero barato pueden crear desequilibrios económicos y financieros además de aumentar las expectativas de inflación a largo plazo.

Curiosamente, George parece haberse quedado sola entre el grupo de halcones que revolotean dentro de la Fed. De los doce miembros con derecho a voto, once, incluido James Bullard, el presidente de la Fed de Saint Louis quien mostró su disconformidad en el anterior encuentro, optaron por dar su beneplácito al mensaje dado a conocer.

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