
Cuando el propio Gobierno lo reconoce, será por algo... Y ciertamente lo es. Los intereses que España, a través de las emisiones del Tesoro Público, debe pagar en estos momentos para financiarse en los mercados no resultan sostenibles. O se relajan, para que el desembolso resulte más asequible, o salir al mercado será inasumible para las arcas públicas, con lo que el riesgo de tener que pedir un rescate total crecerá por momentos. Más que nada, porque el peso de esos costes de financiación amenazan con convertirse en una carga imposible de soportar.
Si en los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2012 la partida dedicada al pago de los intereses de la deuda pública asciende a 28.876 millones de euros, la factura podría dispararse tanto este año como en los siguientes. Según los cálculos realizados por Société Générale (SG) a partir de las expectativas del mercado sobre la evolución de la rentabilidad del bono español a 10 años, en 2012 la factura total de la deuda pública podría ascender hasta una cifra equivalente al 4,01% del Producto Interior Bruto (PIB), con lo que superaría los pronósticos del Gobierno en más de un punto porcentual.
Proporción creciente
Teniendo en cuenta que el Ejecutivo maneja como previsión que el PIB español caerá este año un 1,7% y que, por tanto, se moverá en torno a los 1,054 billones de euros, el pago de los intereses de la deuda podría dispararse por encima de los 42.000 millones de euros, más de 13.000 millones por encima de lo establecido en los PGE. Es decir, un 46,5% más de lo previsto. Así, y en caso de que los costes no se abaraten, el pago de los intereses de la deuda se convertirá en un auténtico lastre para la economía española, puesto que, en un contexto de menor gasto público, una proporción cada vez mayor de este tendrá que ser destinada a ese desembolso, con lo que no podrá dirigirse a otros campos.
Esta desviación se alimenta de que la realidad se está separando a pasos agigantados de lo presupuestado por el Gobierno. Se observa, por ejemplo, en el rendimiento de los bonos a 10 años. Mientras que el Ejecutivo manejaba una rentabilidad del 5,4% en 2012, el mercado lo sitúa en el 6,35%, calculado a partir de la curva de futuros sobre los tipos.
Malos augurios
Por el momento, es una amenaza. Aún no es una realidad. Pero lo será si los costes de financiación no remiten en los próximos meses. De ahí las advertencias del Gobierno al respecto. La secuencia ha sido continua en el último mes. Primero lo avisó el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; le cogió el testigo el ministro de Economía, Luis de Guindos; y finalmente fue el presidente, Mariano Rajoy, quien reconoció públicamente que los actuales costes de financiación son insoportables a largo plazo.
Y el peligro es que la curva de futuros de los tipos de interés refrenda esos temores punto por punto. Entre 2013 y 2015, las expectativas sitúan el rendimiento de los bonos a 10 años entre el 7 y el 8%, con lo que incluso duplican las previsiones gubernamentales al final de ese intervalo -ver gráfico-.
Consecuentemente, la desviación que comienza a adivinarse en las circunstancias actuales seguirá creciendo. El servicio de la deuda pública, que es como suele denominarse al pago de los intereses, podría consumir una cifra próxima al 5% el PIB en 2015, cuando los pronósticos oficiales para ese ejercicio se limitan al 3,1%. Si estas desviaciones se confirmaran, los intereses podrían acabar consumiendo entre 55.000 y 60.000 millones más de lo previsto por el Ejecutivo entre 2012 y 2015.
A su favor, el Tesoro tendrá que llevar adelantado su calendario emisor este año, con lo que no tiene que emitir a la desesperada. Hasta la fecha, ya ha cubierto el 65,5% del objetivo de financiación en deuda a medio y largo plazo que se ha fijado para 2012.
Situación similar en Italia
El mismo peligro que acecha a España con respecto a la factura de la deuda se cierne igualmente sobre Italia. Según los cálculos de Société Générale, este año el pago de los intereses podría consumir una cantidad equivalente al 6,16% del PIB, cuando las previsiones del Gobierno se sitúan en el 5,3%. En su caso, además, no cuenta con el margen de maniobra con el que cuenta el Tesoro español. Hasta comienzos de julio, Italia solo ha captado el 50,8% de la cantidad que tiene previsto conseguir mediante la emisión de deuda a medio y largo plazo.