Dilución o no dilución, esa es la cuestión. Desde el momento en el que Telefónica anunció que una parte del dividendo que pagará el 18 de mayo puede recibirse en títulos, los accionistas se plantean hasta qué punto les afecta este giro en la política de retribución. Pues bien, en el caso de que más de un 75% del capital opte por recibir la remuneración en acciones, sí habrá un impacto para el accionista.
De lo contrario, si el porcentaje de aceptación es menor, el inversor no verá aminorada su participación, porque la amortización de autocartera que tiene prevista Telefónica será suficiente para compensar la ampliación de capital de la operadora para retribuir.
La semana que viene, el accionista tiene dos opciones para recibir la retribución: reclamar a la compañía que le entregue los 0,83 euros por acción en metálico o aceptar 0,53 euros en efectivo y que el resto, 0,3 euros, se le abone mediante nuevas acciones de Telefónica (ver gráfico). El grupo abonará el efectivo el 18 de mayo y aún queda por anunciar el día que se entregarán los nuevos títulos.
Para este tipo de pago en especie, lo habitual es que una compañía recurra a una ampliación de capital, que al final se traduce en un efecto dilutivo para el inversor, puesto que la participación que tiene un accionista se reduce desde el momento en el que hay más títulos en circulación.
Efectos de la amortización
Pero la retribución de Telefónica (TEF.MC) incluye algo más. La compañía pretende reducir el impacto del scrip dividend (el pago en títulos), generalizado hoy en la banca, con la amortización de acciones propias que atesora en autocartera. Es una forma de reducir el capital con la que se remunera indirectamente al accionista, ya que eleva su participación dentro de la empresa. La introducción de esta fórmula no es nueva, pues sigue los pasos de la política de amortizaciones que el grupo que preside César Alierta llevó a cabo entre 2003 y 2009.
Concretamente, la operadora española anunció que en mayo cancelará unas 84,2 millones de acciones, que equivalen al 1,845% del capital que tenía en autocartera a cierre de 2011. Pese a las compras de febrero, el surtidor de títulos propios se quedará prácticamente vacío después de concluir la retribución. Sólo dispondrá de un 0,13% de capital, es decir, unos seis millones de acciones.
Pero, ¿qué logra realmente la compañía con la amortización propuesta? Con el scrip dividend se emiten acciones nuevas, mientras que mediante la amortización se están eliminando títulos. Es decir, son dos movimientos opuestos y uno contrarrestra al otro. Así, habrá más acciones de Telefónica en el mercado únicamente en el caso de que se vea obligada a emitir más de 84,2 millones de acciones para retribuir, la cantidad que amortizará.
Por tanto, que haya dilución, o no, dependederá del número de accionistas que se decante por el scrip dividend. En el supuesto de que los 1,42 millones de accionistas con los que ahora cuenta la compañía elijan cobrar los 0,3 euros en títulos, la teleco tendría que ampliar capital un 2,45%, en unos 112 millones de acciones.
En cambio, si el escenario es que sólo a tres de cada cuatro inversores -o menos- se les ha de entregar nuevas acciones, Telefónica debería emitir unos 84 millones de títulos. En este caso no habría daños colaterales para los accionistas, porque la emisión quedaría compensada por la amortización.
¿Qué opción elijo?
Por primera vez en la historia el accionista de Telefónica tiene que elegir cómo se le entregará la retribución. Al no reclamar que se le entregue todo en efectivo, lo habitual es que, por defecto, la empresa emplee el scrip dividend. Si la decisión es cobrar los 0,83 euros en efectivo, la rentabilidad asciende al 7,5%, teniendo en cuenta los precios a los que ronda ahora el título en bolsa. Mientras que el rendimiento se quedaría en un 4,8% en la alternativa de recibir en dinero únicamente 0,53 euros.
Eso sí, el pago en acciones esconde otros atractivos. Entre ellos, la ventaja fiscal frente al pago en efectivo. El inversor no tendrá que tributar mientras no venda los títulos que reciba y, en cambio, el dividendo en metálico sí arrastra la retención habitual del 21%.
En los últimos días, el título intenta consolidar los 11 euros. Ayer, la inercia bajista casi le hace perderlos de nuevo, aunque finalmente cerró la jornada justo en ese nivel. La valoración del consenso de bancos de inversión también está bajando, aunque el precio objetivo aún se mantiene en los 14,6 euros, lo que le otorga un potencial alcista del 33%.