Cuatro días. Éste el periodo de tregua del que ha disfrutado el bono español a diez años. Un periodo que culminó ayer, ya que fue ayer cuando su rentabilidad, que sube cuando cae su precio, volvió a superar la psicológica barrera del 5 por ciento, al situarse en el 5,14 por ciento, un nivel no visto desde el 20 de enero, y elevó su prima de riesgo con respecto al bono alemán hasta los 337 puntos básicos.
Pero las malas noticias no acabaron ahí. También hay otra lectura del repunte que ayer protagonizó la deuda española: los inversores vuelven a diferenciar entre España e Italia. Y esta vez es España quien sale peor parada ya que aunque el rebote en el rendimiento de su bono fue acompañado de otro similar en la deuda pública italiana, ésta consiguió aguantar en el 5,07 por ciento. Pero, ¿por qué los inversores vuelven a ver en España más peligro que en Italia?
Una de las principales razones es el desafío que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, lanzó a Bruselas el viernes, cuando afirmó que incumplirá el objetivo de reducir el déficit hasta el 4,4 por ciento en 2012, que le impuso Europa, y que dejará el recorte en el 5,8 por ciento. Un desaire que, si bien ha sido muy aplaudido por la prensa -Finantial Times lo ha calificado como una "muestra de valor" y The Telegraph incluso ha comparado a Rajoy con el Cid Campeador- no ha gustado nada ni al resto de líderes europeos ni a los inversores. De hecho, el rendimiento del bono español no ha hecho otra cosa que encadenar subidas desde el viernes y ha pasado del 4,90 al 5,14 por ciento. Y peor le ha ido a su deuda a corto plazo, ya que el rendimiento del título a dos años ha pasado del 2,24 al 2,44 por ciento, frente al 1,74 por ciento que paga la deuda italiana al mismo plazo.
Además, la negativa del Gobierno a cumplir el objetivo de Bruselas llega justo después de conocerse que el déficit español alcanzó en 2011 el 8,5 por ciento. Una cifra que no sólo es superior a la que esperaba el mercado, sino que además contrasta con el 3,9 por ciento de Italia. Y los inversores parecen haber vuelto sus miras hacia el dato de déficit, en el que España siempre ha sido campeona, y sitúa en un segundo plano a la deuda pública/PIB, donde es Italia quien lleva la voz cantante, ya que su deuda supone un 120 por ciento sobre el PIB, frente al 68 por ciento que supone en la deuda en el PIB español.
La reacción de los inversores, que ayer vendieron títulos de todos los países de la periferia europea - la rentabilidad del bono portugués a 10 años rebotó hasta el 13,93 por ciento-, también obedeció a las dudas que sigue despertando la reestructuración de la deuda helena. No en vano, el plazo que tiene Atenas para alcanzar un acuerdo finaliza mañana 8 de marzo y, de no conseguirse una amplia aceptación por parte de sus acreedores -se habla de un mínimo del 75 por ciento-, el país heleno se vería abocado a una suspensión de pagos. Una idea que provocó fuertes recogidas de beneficios por parte de los inversores, que se tradujeron en importantes caídas en los mercados bursátiles, tanto en los del Viejo Continente como en los de EEUU.
El CDS, en 400 puntos
El renovado miedo hacia la eurozona se dejó sentir también en la evolución de sus CDS (seguros contra el riesgo de impago, por sus siglas en inglés). Los españoles fueron, tras los irlandeses, los que más lo notaron. De hecho, el seguro contra un impago español se elevó de los 387 a los 407 puntos básicos, lo que le elevó al octavo puesto de países con mayor riesgo de impago del mundo, por encima de otros como Dubai o Rumanía; y también de Italia, a pesar de que el CDS del país transalpino también se elevó, en este caso hasta los 381 puntos.