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La subida de la bolsa japonesa puede anunciar el final de la deflación

La vuelta de la inflación terminará en trastornos dramáticos del mercado global. Si es así, los inversores de todo el mundo tienen mucho que digerir, incluso aunque no posean activos japoneses.

Aunque el mercado nipón se ha beneficiado de la euforia global desde que los mercados tocaron el mínimos de la crisis del euro en otoño, en las últimas semanas lo ha hecho mejor que los demás. Desde el inicio del año, el Nikkei ha subido el 14% frente al 9% del MSCI World Index en el mismo período. El Nikkei ha cerrado hoy con una subida del 0,55 hasta los 9.647 puntos.

Esta subida ha recibido un impulso adicional del compromiso de las autoridades japonesas de perseguir un objetivo de inflación mediante las compras de activos del Banco de Japón. El tipo del 1% que persigue parece modesto, pero si lo comparamos con dos décadas de deflación, puedes perdonar a los inversores por decir 'buena suerte'. Aun así, el compromiso parece sólido. Así que, ¿por qué deberían preocuparse los inversores que no tienen intereses directos en el país? Por dos razones:

1. Una persecución agresiva de la inflación por parte de Japón pondrá, en efecto, al conjunto del mundo desarrollado en el mismo lado de la batalla monetaria, con los mercados emergentes en el otro. De hecho, los países desarrollados están buscando una devaluación colectiva contra países como China, Brasil e India con el fin de recuperar competitividad y crecimiento. Dado que los países emergentes están intentando evitar que sus divisas se aprecien frente a las desarrolladas, terminarán importando inflación. Y quizá mucha si las materias primas presionan al alza los índices de precios. En uno u otro grado, todos estos mercados emergentes han estado luchando contra las presiones en los precios durante el último año. Esta lucha continuará hasta que el mundo desarrollado haya recuperado competitividad.

2. Aún más preocupante, la búsqueda por parte de Japón del fin de la deflación puede terminar en trastornos dramáticos del mercado de bonos del Estado japonés. Las rentabilidades de esta deuda está todo lo baja que puede estar, y lleva años ahí. La inflación reducirá su atractivo, probablemente desatando un batacazo largamente esperando. Para un país con un ratio de deuda sobre PIB que se acercará al 240% este año (y subiendo), es una preocupación. Y aunque restemos la deuda pública en manos de las instituciones japonesas, eso nos deja con un 140% a finales de año.

Que esto ocurra a través de una inflación masiva o de algún tipo de impago dependerá del Gobierno japonés. Cuando el mercado de deuda pública se rompa, habrá lío en todo el mundo. Es muy posible que veamos flujos que huyen de Japón hacia otros mercados refugio. Pero es igual de probable que los tenedores de deuda pública de EEUU, Reino Unido y Alemania empiecen a replantearse sus posiciones.

La buena noticia es que la deuda japonesa está casi exclusivamente en manos de los propios japoneses. Así que la inflación interna y la destrucción del mercado de deuda nipón significará una reestructuración de las obligaciones dentro del país. En efecto, un colapso de los bonos japoneses supondría una transferencia de recursos de los viejos hacia los jóvenes. Y esto bien podría resultar un catalizador crucial para la vuelta a la salud del país. Si la gente joven deja de sentir que tiene que soportar una carga tan pesada de los viejos, pueden empezar a crear familias de nuevo. La pobre previsión demográfica de Japón puede inclinarse de nuevo, aunque con el precio de un empobrecimiento de los más viejos. En cualquier caso, después de 20 años de estancamiento, parece que las cosas van a empezar a cambiar por fin en Japón.

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