
La institución financiera nipona ha sorprendido hoy al anunciar que amplía su programa de compra de activos en 10 billones de yenes (unos 97.970 millones de euros), para inyectar liquidez al sistema y que ha fijado un objetivo temporal de inflación del 1%. Además, tal y como se esperaba, ha mantenido los tipos de interés entre el 0 y el 0,1%.
Al término de su reunión mensual de dos días, el comité monetario del Banco de Japón (BOJ) anunció su decisión de expandir su programa de adquisición de activos, creado en 2010, de 55 a 65 billones de yenes (de 538.840 a 636.810 millones de euros).
El objetivo de este incremento es la adquisición de bonos del Gobierno nipón, algo para lo que hasta ahora había destinado 9 billones de yenes (88.175 millones de euros).
El emisor japonés estableció este programa en 2010 para la compra de activos como fondos fiduciarios y valores vinculados a la renta variable, con el fin de ampliar la inyección de liquidez en el mercado y reforzar la confianza de los inversores. Esta decisión llega una semana después de que el Banco de Inglaterra optase por aumentar su programa de recompra de activos mediante la emisión de reservas hasta los 325.000 millones de libras (unos 389.000 millones de euros), desde los 275.000 millones anteriores.
Elevada incertidumbre
Además, el BOJ aseguró que seguirá persiguiendo la flexibilización monetaria para superar la deflación, con la meta de un aumento interanual del IPC 1%, a fin de lograr "un crecimiento sostenible con estabilidad de precios".
En un comunicado emitido al término de su reunión, el emisor nipón advirtió de que aún hay una "elevada incertidumbre" sobre las perspectivas de la economía japonesa por varios factores, incluida la situación de la deuda europea. No obstante, señaló, "las tensiones en los mercados financieros globales sobre el problema de deuda en Europa se han aplacado algo desde finales de 2011".
En este sentido, reconoció que se han observado "algunas mejoras" en la economía de EEUU y que en la japonesa la demanda doméstica se ha mantenido firme, "en parte debido a la demanda relacionada con la reconstrucción tras el desastre" del terremoto de marzo de 2011.
El BOJ insistió en que hará "todo lo posible para asegurar que el problema de deuda europea no amenaza las condiciones estables de los mercados financieros de Japón" y en consecuencia "de la estabilidad del sistema financiero".
El Banco Central de Japón aludió también a "los efectos de la apreciación del yen", que perjudica seriamente a los exportadores, y la cuestión del "equilibrio entre suministro y demanda de electricidad" en medio de la crisis nuclear nipona, que llevó a paralizar la mayor parte de los reactores atómicos del país.
Pese a ello, mantuvo invariable su evaluación de la economía de Japón y señaló que la actividad económica se ha mantenido "más o menos plana", principalmente por la ralentización de las economías extranjeras y la apreciación del yen.
El BOJ tomó estas decisiones un día después de que el Gobierno nipón anunciara una contracción del PIB entre octubre y diciembre del 2,3% interanual y del 0,6% respecto al trimestre precedente.