Tras las pérdidas de 411 millones de euros en 2011, la entidad espera unas ganancias de 2.819 millones en 2012
El tiempo dirá si se cumple o no, pero lo cierto es que para la media de analistas 2012 se plantea como el año del renacer para la gran banca. Ya que frente a las pérdidas que sufrieron en 2011, este año esperan que estas entidades cosechen ganancias significativas. El banco francés Crédit Agricole no es una excepción a esta impresión sobre la banca de inversión.
Así, el consenso de mercado recogido por FactSet estima que frente a las pérdidas de 411 millones de euros que sufrió el banco francés el pasado año, este ejercicio obtenga un beneficio neto de 2.819 millones.
La que más 'mima' al inversor
Un cambio de 180 grados que, de cumplirse, los accionistas notarán, y bastante, en sus bolsillos. No en vano, se estima que la compañía destine un pay out (porcentaje de las ganancias que se dedican a pagar dividendos al accionista) del 28%, con cargo a los resultados de 2012, el banco remunere a sus socios un dividendo de 0,33 euros por acción.
Un abono nada despreciable ya que la rentabilidad de éste supone un 7,69% y, sobre todo, porque la entidad gala tuvo que renunciar a otorgar esta retribución en el pasado año. De cumplirse con lo previsto este pago sería el de mayor rendimiento de entre todas las empresas que componen el Eco 30.
Un ejercicio lleno de retos
Sin embargo, pese a que sus cifras invitan al optimismo, 2012 es un año en que para esta compañía, al igual que para tantas otras entidades bancarias, se le plantean importantes pruebas para superar. Por un lado la espada de Damocles de la iliquidez sigue pendiendo en este sector. Prueba de ello fue la inyección histórica del Banco Central Europeo (BCE) que prestó 489.200 millones de euros a 3 años, el pasado 21 de diciembre a un interés del 1%. El fin, incentivar que los bancos financien a los estados, ya que los títulos de deuda pública otorgan unas rentabilidades superiores al coste que supone aceptar los créditos del BCE, pero también permitirle a los bancos ganar tiempo para sanear sus balances, recapitalizarse y reformar la estructura de su negocio.
Ante esto último, Crédit Agricole dio un paso adelante el 14 de diciembre. En concreto, presentó un plan de reformas en el que pretende crear un nuevo modelo de banca de inversión y corporativa que esté centrado en la distribución, y los servicios a grandes clientes y defiende que mantendrá su papel como principal financiador de la economía francesa.
Entre las medidas que anuncia que hará para lograr esto ha señalado que realizará un recorte de plantilla de 2.350 empleados, 850 en Francia y 1.500 en el resto del mundo. Además, la entidad gala ha decidido cerrar las operaciones de su banca de inversión en 21 países, aunque seguirá presente en otros 32, que representan el 84% del PIB mundial, así como el abandono de actividades, entre ellas, las materias primas y los derivados de capital.
Por otro lado, también informó que las amortizaciones excepcionales cuyo importe se estima que sea 2.500 millones de euros que recogerán sus cuentas no tendrán previsiblemente un impacto en el ratio de capital del 10% exigido por Basilea III, que prevé alcanzar a finales de 2013.