Los bancos lo siguen teniendo claro: es momento de ser conservadores. Siguiendo esta premisa, y según los datos que se conocieron ayer, las entidades aparcaron el martes 452.034 millones de euros en la facilidad de depósito del Banco Central Europeo (BCE), un mecanismo que la institución pone a disposición de la banca para que ésta pueda depositar en esa cuenta el dinero que quiera por un plazo de 24 horas y con una remuneración del 0,25%.
Nunca antes se había visto un volumen mayor, con lo que constituyó un récord absoluto... que dejó viejo muy pronto el anterior, que se registró el pasado viernes, jornada en la que el ingreso alcanzó los 411.813 millones.
Estos dos máximos consecutivos no son casuales. Se producen después de que el BCE suministrara a los bancos 489.200 millones mediante un préstamo a tres años el 21 de diciembre. Con esta operación, histórica tanto por el volumen como por el plazo, la entidad presidida por Mario Draghi salió al paso de las crecientes restricciones que estaba sufriendo la banca. Al mismo tiempo, pretendía estimular la provisión del crédito a las empresas y los hogares. De ambas metas, la primera sí lo ha logrado, puesto que esa megainyección permitirá al sector afrontar con más tranquilidad los vencimientos de deuda de 2012 y sanear sus balances. La segunda, sin embargo, resulta más complicado de alcanzar a corto plazo por la desconfianza vigente, que provoca que los bancos no se presten dinero entre sí ni den crédito a la economía real.
Más consecuencias
Además de estimular como nunca la apelación a la facilidad de depósito, el hito marcado por el préstamo a tres años del BCE sigue arrojando más consecuencias. La institución detalló ayer que su balance creció con motivo de esa operación hasta los 2,73 billones de euros, la cantidad más alta de la historia, después de que entre la semana del 19 al 23 de diciembre -el préstamo lo efectuó el día 21- creciera en 240.000 millones. El impacto de ese supercheque no sólo alteró el montante total de la imagen contable del banco central, sino también su composición.
En concreto, la partida dedica a los préstamos a las entidades financieras creció de los 665.008 millones hasta los 879.130 millones. De esta cantidad, el 80% -703.894 millones- corresponde a préstamos a largo plazo, con lo que se profundiza la mutación que ha sufrido el balance del BCE durante la crisis. A finales de julio de 2007, por ejemplo, los préstamos a largo plazo se limitaban a 150.000 millones y sólo suponían el 32% del total.