
Desde la Gran Depresión sólo se han realizado siete grandes discursos económicos ante el pleno del Congreso de Estados Unidos, dos de ellos centrados en la situación del mercado laboral del país, ambos de la mano de Harry Truman.
Mañana, el presidente Barack Obama está dispuesto a romper el mal fario que sus predecesores tuvieron en dichas comparecencias con la presentación en sociedad de un nuevo plan que promete inyectar hasta 300.000 millones de dólares a la economía norteamericana y estimular así la creación de empleo, que recordemos fue nula durante el pasado mes de agosto.
Un enjambre de propuestas que combinan rebajas fiscales, inversiones en infraestructura y ayudas directas a gobiernos estatales y locales, con futuras subidas de impuestos sobre los ingresos, que se implementarán como parte del paquete de medidas para reducir el déficit a largo plazo en EEUU.
Dicho cometido incluye, además, recortes de gasto gubernamental en programas sanitarios y en defensa así como un incremento de los ingresos federales. Con esta moneda de cambio, Obama intentará ganarse el apoyo del Congreso, en manos republicanas, y cuya reticencia es más que evidente.
En solitario
El republicano Mitch McConnel afirmó no tener dudas "de que el presidente propondrá muchas cosas que, si miramos de manera individual, sonarán bastante bien". "También estoy seguro de que, tomadas en su conjunto, serán más de lo mismo desde una perspectiva equivocada", añadió.
Cabe recordar que el presidente no ha contado con la participación de los republicanos a la hora de esbozar su último estímulo y fue obligado a retrasar su discurso, previsto para el 7 de septiembre, ante las presiones del portavoz de la Cámara de Representantes, John Boehner.
Rencillas políticas a un lado, el mandatario demócrata intentará reactivar el empleo con una maniobra centrada principalmente en la extensión de las rebajas fiscales sobre los sueldos de los ciudadanos, una medida que iba a expirar el próximo 31 de diciembre pero que Obama tiene intención de ampliar.
La continuación de la rebaja de un 2% sobre los impuestos de los salarios supondrá más de la mitad de este nuevo estímulo, según adelantó la agencia Bloomberg. Esta medida vendrá acompañada de una extensión de las ayudas a los parados, que también caducarán a finales de este año y una reducción de los impuestos que las compañías pagan por sus empleados. A ello habría que sumar ayudas directas a los gobiernos estatales y locales, especialmente para evitar despidos masivos de funcionarios
Sin embargo, algunos indican que el conejo de Obama ha muerto antes de salir de la chistera. Según, Mike Ryan, estratega jefe de UBS, "la posibilidad de que un nuevo paquete de medidas fiscales como este pase el criterio del Congreso es virtualmente nulo".
Para Tobias Levkovich, de Citigroup, las rebajas fiscales "no incentivarán a las empresas para contratar empleados que no necesitan". "Los impuestos no son el escollo sino la falta de oferta".
En declaraciones a este periódico, Ken Polcari, presidente de ICAP Equities, reconoció que "Obama va a tener que hacer magia para sorprender al mercado con sus nuevas medidas".