
Intentar anticipar la evolución de la economía siempre ha sido un ejercicio tan difícil como arriesgado, pero en el actual entorno macroeconómico y financiero en el que estamos atrapados desde el pasado verano se torna aún más azaroso. El elevado grado de incertidumbre al que nos enfrentamos en este cierre de año se puede apreciar claramente en una serie de detalles que complican aún más la tarea de determinar el sentido que tomarán las bolsas en los meses venideros.
Los temores a que la desaceleración del mercado de la vivienda se traslade con mayor fuerza de lo esperado al conjunto de la economía estadounidense, han provocado que la Reserva Federal estadounidense haya bajado con celeridad los tipos de interés (hace apenas 6 meses los mercados esperaban cerrar el año con los tipos en el 5,25 por ciento) en un intento de mantener la confianza de los agentes económicos. En la balanza de la Fed, claramente pesa mucho más el miedo a una recesión que una aceleración de la inflación.
Desacuerdo en los bancos centrales
La disparidad de actuaciones del resto de bancos centrales, pone un punto adicional de incertidumbre al dar cuenta de lo complejo que está resultando analizar la actual coyuntura económica.
Aunque el Banco de Inglaterra y el Banco de Canadá se han unido a la Fed y han rebajado los tipos de interés (de manera menos acusada), el BCE se sitúa en el lado opuesto. Admite que hay riesgos a la baja en el crecimiento, pero resalta mucho más el temor a un repunte de la inflación (que ya hemos empezado a notar y que se dejará notar de pleno en los primeros meses de 2008) derivada del encarecimiento de las materias primas y que podría enquistarse en la economía europea a través de los llamados efectos de segunda ronda (revisiones salariales, precios tarifados, pensiones…).
Desconfianza entre bancos
No menos inquietante es el repunte que ha registrado el euribor y que viene a reflejar la desconfianza de los bancos a la hora de prestarse dinero unos a otros y al desconocimiento sobre sus propias necesidades de liquidez a la hora de cerrar el año 2007.
La crisis de las hipotecas de alto riesgo estadounidenses y sus ramificaciones a través de los instrumentos derivados, ha llevado a los bancos a ser incapaces de valorar una parte de sus carteras de inversión y parece que van a dejar en manos de las auditoras la cifra de pérdidas sufridas cuando éstas tengan que cerrar los balances anuales.
A pesar de que los bancos centrales están poniendo a disposición de los bancos suficiente liquidez para que el mercado interbancario fluya diariamente sin problemas, se está viviendo una situación de restricción crediticia "de facto" que está trasladándose a la economía real en forma de menor consumo (por el aumento del coste de las hipotecas), de un frenazo ostensible en la ventas de viviendas (por el endurecimiento de las condiciones para conceder hipotecas nuevas) y de una ralentización de la inversión (por el efecto conjunto de costes de financiación más altos y condiciones de concesión más estrictas).
Las economías emergentes continúan mostrándose fuertes y prueba de ello es que los problemas crediticios de los países más avanzados, que otrora hubieran provocado un auténtico terremoto, parecen un simple bache en el camino. Gracias a la enorme liquidez (en forma de reservas) que han atesorado estas economías en los últimos años (como hemos visto con UBS, Fortis y Citibank).
Se recomienda prudencia
En este entorno confuso y convulso, hemos de enfrentarnos con la tarea de colocar nuestras inversiones de cara a los próximos meses. Para encarar el inicio de 2008 seguimos recomendando simplicidad y cautela (evitando invertir en productos complejos que dificulten medir los riesgos asumidos) pero sin descuidar las oportunidades que se presentarán en forma de sectores excesivamente penalizados.
Desde un punto de vista fundamental, las bolsas siguen sin dar síntomas de estar sobrevaloradas, pero debemos estar muy pendientes de las señales que nos mande el mercado y las economías, pues en este momento complicado hay tanta probabilidad de sufrir una nueva corrección de las bolsas en un entorno altamente volátil, como de recuperar la confianza al calor de las bajadas de tipos de interés, de la fortaleza de las economías emergentes y de una normalización de los mercados de crédito, que podrían dar un nuevo impulso al ciclo alcista bursátil.