
El Gobierno de Japón anunció hoy que ha llevado a cabo una intervención en el mercado de divisas para abaratar el yen, que se encontraba en su nivel más alto frente al dólar en los últimos cuatro meses y cerca de su máximo desde la posguerra.
El ministro japonés de Finanzas, Yoshihiko Noda, confirmó que las autoridades monetarias niponas intervinieron hoy para contrarrestar los movimientos especulativos y frenar la persistente apreciación de la moneda local, que a primera hora se movía en la banda de las 77 unidades frente al dólar.
Se trata de la tercera intervención en el mercado de divisas para depreciar el yen en menos de un año, tras la efectuada en marzo por el G7 y en noviembre del año pasado por el Gobierno nipón.
"Los movimientos unilaterales que fortalecían en yen se produjeron hace poco en el mercado de divisas. Si ello continúa podría afectar negativamente a la economía japonesa y la estabilidad financiera, en momentos en que Japón hace el máximo por la reconstrucción después del desastre" del 11 de marzo, ha aseverado el ministro de Finanzas, Yoshihiko Noda.
"Hemos actuado en consecuencia. Ahora observamos con cuidado los movimientos del mercado", indicó el ministro durante una conferencia de prensa, agregando que Japón había actuado en solitario.
Recompra de bonos
Poco después de la intervención, el Banco de Japón (BOJ) ha anunciado la ampliación de su programa de compra de activos hasta 50 billones de yenes (441.000 millones de euros) para inyectar liquidez al sistema y estimular el crecimiento, al tiempo que mantuvo los tipos de interés en un rango de entre el 0 y el 0,1%.
Este programa, establecido el año pasado, está dirigido a la compra de activos como fondos fiduciarios y valores vinculados a la renta variable, con el fin de ampliar la inyección de liquidez en el mercado y reforzar la confianza de los inversores, en el marco de una política de flexibilización monetaria.
Aunque destacó que tras el desastre de marzo las exportaciones han aumentado de nuevo, el BOJ admitió que todavía hay una gran incertidumbre y la preocupación sobre la consolidación fiscal de EEUU todavía no se ha disipado.