No había demasiadas alternativas. Si en la votación celebrada en Atenas hubiera triunfado el no, Grecia se hubiera precipitado por el barranco de la quiebra y el futuro del euro se hubiera puesto totalmente en entredicho. Como se impuso el sí, la eurozona respiró aliviada, por mucho que el panorama continúe siendo complejo. Dicho de otro modo, el país heleno, y con él el conjunto de la Unión Europea y Monetaria (UEM), salvó una bola de partido en contra... aunque todavía queda contienda por disputar.
Este alivio se reflejó en el euro, que recuperó el cambio de los 1,44 dólares en su cruce contra la divisa estadounidense. Se apreció un 0,4 por ciento, hasta los 1,443 dólares, con un máximo diario en los 1,4448. Se trató de su tercera subida consecutiva, intervalo en el que se ha revalorizado un 1,7 por ciento con respecto a la moneda norteamericana, avance que crece hasta el 7,8 por ciento en el conjunto de 2011.
Vuelve por sus fueros
El optimismo que la decisión griega insufló a los mercados alcanzó al petróleo. En su caso, además, se vio impulsado por los datos ofrecidos por el Departamento de Energía de Estados Unidos. Durante la última semana, la despensa norteamericana se vació en 4,37 millones de barriles de crudo, cuando se esperaba un descenso de 1,5 millones de barriles. También bajaron las reservas de gasolina y productos destilados. Estos motivos provocaron que el barril Brent, de referencia en Europa, subiera un 3, por ciento, hasta los 112,5 dólares.