
Las curvas ya vuelven a ser lo que eran en los mercados de deuda pública. Atrás han quedado los tiempos en los que los títulos a corto plazo ofrecían una rentabilidad superior a la que abonaban sus hermanos mayores, una anomalía que ha estado presente, sobre todo en Estados Unidos, desde finales de 2005. Curiosamente, han tenido que ser las turbulencias financieras de los últimos cuatro meses las que han devuelto las cosas a su curso habitual.
Ante el incremento de la inestabilidad, los inversores han sometido a sus carteras a una completa operación de cirugía estética con un objetivo: reducir el riesgo y comprar activos más seguros en los que protegerse a la espera de acontecimientos. Es decir, una reacción que les ha llevado a parapetarse en la deuda pública, en un movimiento que los expertos definen como "huida hacia la calidad" y que, al mismo tiempo, se ha visto apoyado por el recorte de los tipos de interés en EEUU, donde el precio del dinero ha bajado del 5,25 al 4,5 por ciento desde septiembre. Como siempre, esas adquisiciones han reducido las rentabilidades, ya que los rendimientos de la deuda bajan cuando el precio de los títulos sube.
Esta respuesta ha sido especialmente intensa en EEUU, donde las compras han sido mucho más acusadas en los tramos cortos que en los largos. Así, la rentabilidad de los bonos a 2 años ha pasado del 5,09 al 3,34 por ciento desde comienzos de junio. O lo que es lo mismo, ha descendido 175 puntos básicos -100 puntos básicos equivalen a un punto porcentual-, muy superior a los 113 puntos -del 5,29 al 4,16 por ciento- que ha disminuido el rendimiento de los bonos a 10 años.
Nuevo escenario
Esta operación es la que ha permitido a la deuda pública recuperar su figura habitual. En este mercado, la línea que une los rendimientos de los distintos títulos -3, 6, 12 meses y 2, 5, 10 y 30 años- se llama curva de rentabilidades. Lo normal es que ésta describa una tendencia ascendente -positiva-, ya que los títulos a un plazo más largo suelen abonar unas rentabilidades más altas. "Lo normal es que las curvas sean positivas, ya que los títulos a diez años tienen más riesgo y por eso deben pagar más intereses", confirma José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
Sin embargo, esta normalidad se evaporó a finales de 2005 en EEUU. Entre ese momento y junio de 2007, la rentabilidad de los bonos a 2 años superó o igualó a la de sus hermanos mayores, y eso ha provocado que la curva haya sido descendente -negativa- o plana. Este fenómeno, conocido técnicamente como curva invertida, alcanzó su máximo esplendor a finales de 2006, cuando el rendimiento de los títulos a meses llegó a superar en cerca de 40 puntos básicos el de los bonos a 30 años. Pero ahora la curva está regresando por sus fueros. Vuelve a mostrar una figura alcista, desde el 3,41 por ciento en el que se sitúa ahora la rentabilidad de los treasuries a 3 meses al 4,53 por ciento en el que está la de los bonos a 30 años.
Más tibieza en Europa
En Europa, estos movimientos han sido menos apreciables, en parte porque el Banco Central Europeo (BCE) no ha reducido los intereses oficiales, que siguen en el 4 por ciento. No obstante, y aunque de momento no es tan pronunciada, la tendencia es la misma. Las curvas están ganando pendiente, ya que las diferencias de rentabilidades están volviendo a ser favorables para los títulos a largo plazo.