
Los defensores de la teoría del doble suelo (la recaída en la recesión) encontraron ayer un nuevo argumento a su favor en el índice Case-Schiller de precios de la vivienda, que registró su séptima caída consecutiva
Además, como este índice se refiere a enero y es una media móvil de los últimos tres meses, eso significa que buena parte de las transacciones se realizaron en octubre y noviembre, cuando los tipos hipotecarios se encontraban en mínimos históricos.
La caída de enero fue del 3,1%, lo que significa una aceleración de la caída en los últimos meses, y once de los 20 distritos marcaron nuevos mínimos históricos. "Enero nos trae un nuevo debilitamiento de los precios de la vivienda sin que hay ninguna esperanza a la vista en el futuro próximo", opina David M. Blitzer, analista de S&P.
"La recesión del mercado inmobiliario no ha terminado aún, y ninguna estadística indica cualquier signo de recuperación. Como mucho, hemos visto estadísticas estabilizándose en los suelos; y a lo peor la temida doble recesión puede estarse materializando", añade.
El índice Case-Schiller sólo está un 1,1% por encima de su mínimo de abril de 2009, lo que significa que, aunque no han llegado oficialmente a un doble suelo, están a punto de alcanzarlo. Y no hay ninguna razón que haga pensar que no van a perforar ese nivel, según Peer Bookvar, de Miller Tabak.
¿Hay tope?
Este analista plantea un problema que conocemos bien en España: "La pregunta es hasta dónde van a bajar los precios y si los balances de los bancos están preparados para ello. La mayoría no asumen un doble suelo de los precios".
¿Hasta dónde pueden caer los precios? Algunos analistas hablan de un 5% adicional, o incluso más. Un dato muy llamativo es que el número de embargos es superior al número de ventas de casas embargadas, y las ventas de estas viviendas suponen más de un tercio del mercado actual. Dado que se trata de ventas distressed, se venden con grandes descuentos, lo que contribuye a la bajada de los precios.
Los bancos intentan deshacerse de las viviendas adjudicadas que tienen en balance (esto también nos suena en España), y tratan de evitar que más hipotecados incurran en impago para no tener que quedarse con más inmuebles. "Eso significa más inventarios, al mismo tiempo que la confianza del consumidor sigue cayendo. Ya me dirán hacia dónde van a ir los precios...", concluye Diana Olick, comentarista de CNBC especializada en el sector inmobiliario.