
Concebido por el matemático Jim Miekka y bautizado por su colega Kennedy Gammage, que se inspiró en la famosa catástrofe del dirigible alemán que explotó en 1937 cuando aterrizaba en Nueva Jersey, éste indicador técnico vaticina un colapso del mercado en el mes de septiembre.
Jim Miekka, editor del newsletter The Sudbury Bull and Bear Report, relaciona en la construcción de su indicador los niveles de las acciones de la bolsa de Nueva York durante 52 semanas y algunos promedios variables.
Así, la voz de alarma, el Hindenburg Omen, se activa cuando comienzan a coincidir cinco factores: que la media móvil de diez semanas del NYSE esté al alza, que el oscilador McClellan esté en negativo; que el número diario de valores del NYSE que están en máximos de 52 semanas y el número diario de nuevos mínimos de 52 semanas sean mayores del 2,2% del total de valores negociados, es decir, al menos 75; que los nuevos máximos de 52 semanas no sean más del doble que los nuevos mínimos de 52 semanas.
¿Y qué quiere decir todo ésto? Pues que si se cumplen las circunstancias anteriores nos encontraremos en un mercado en fase de turbulencia por la clara divergencia de opiniones entre los actores del mercado: muchos nuevos valores en máximos y muchos nuevos valores en mínimos. La semana pasada se activó el indicador porque 92 empresas alcanzaron máximos de 52 semanas y 81 tocaron nuevos mínimos.
Aunque es un indicador más, lo cierto es que desde 1987 no se ha dado una caída relevante sin esta señal previa. La caída fuerte suele llegar unos cuarenta días después de que se activara la señal. Pero claro, también se activó en numerosas ocasiones en las que posteriormente no hubo confirmación. ¿Será el caso actual o volveremos a vivir un mes septiembre para olvidar?