
En 1992, cuando la creación de una moneda común aún era un proyecto en Europa, esta aspiración estuvo a punto de derrumbarse. El no danés al Tratado de Maastricht fue la mecha que precipitó los acontecimientos, ya que mostró una fisura: la falta de compromiso en varios de los países que se habían sumado a la aventura de edificar una Unión Económica y Monetaria (UEM) en el Viejo Continente. Análisis sobre el euro en Ecotrader: Tres cuervos negros.
Esa información bastó para que los inversores internacionales abrieran fuego. Cargaron contra los elementos más vulnerables: las libras esterlina e irlandesa, la lira italiana, la peseta... Y acertaron. Reino Unido apeó su divisa del tren europeo, e Irlanda, Italia y España se mantuvieron a duras penas y porque Bruselas modificó las reglas del juego para que no siguieran los pasos británicos.
Este precedente, aparentemente lejano, ha recobrado vigencia a causa de los problemas financieros de Grecia y las sospechas de que otros países, como Irlanda o España, también atraviesen dificultades por el deterioro de sus cuentas públicas. Aunque, a diferencia de 1992, la UEM ya no es un sueño, sino una realidad, el resurgimiento de una Europa de dos velocidades amenaza con ser la mayor reválida a la que se ha enfrentado en su vida el emblema de esa unidad: el euro.
Viraje bajista
"La acentuación de los signos de debilidad y divergencia entre países de la zona euro constituye uno de los principales lastres para la evolución de la divisa comunitaria a medio plazo", reconocen los expertos de Banif. Desde Banca March advierten de que la fragilidad mostrada sobre todo por Grecia podría reabrir una vez más el debate "sobre una eventual desintegración parcial del área euro".
Estos recelos han frenado en seco el avance de la moneda única. Desde finales de noviembre, cuando alcanzó su cambio más alto en 15 meses en los 1,514 dólares, se ha depreciado 5,6%, hasta los 1,429 dólares. Es más, en diciembre ha caído un 4,7%, el mayor retroceso desde enero, periodo en el que cedió un 8,3% de su valor. Por tanto, y salvo reacción de última hora, el euro despedirá el año de su décimo aniversario como lo empezó: con una notable debilidad.
A corto plazo, podría irse hasta los 1,41 dólares, pero las previsiones lo sitúan en torno a los 1,45 a mediados de 2010.
El grueso de los últimos descensos proviene de los platos rotos de Grecia, que ha sufrido dos recortes de rating en diciembre. Fitch y Standard & Poor's (S&P) han rebajado la nota a la deuda griega de 'A-' hasta 'BBB+'. Como, además, la segunda de estas agencias de calificación ha rebajado su perspectiva sobre la deuda española desde "estable" hasta "negativa", las dudas se han multiplicado alrededor del euro.
Corregir los desequilibrios
Sin embargo, los analistas de Oddo Securities aconsejan poner cada cosa en su sitio. "La UEM no está en entredicho; la disciplina en las finanzas públicas sí", afirman. La clave, por tanto, pasa por corregir los desequilibrios públicos con el objeto de atajar las especulaciones. Sobre todo, en el caso de Grecia, Irlanda y España, que van a sufrir déficits públicos superiores al 10 por ciento en 2009.
"Está claro que los problemas de las finanzas públicas limitan el empuje del euro. Pero, una vez que Grecia ha reconocido la situación en la que se encuentra y se ha comprometido a resolverla, tendrá todo el apoyo financiero de Europa", argumenta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
"No cabe duda de que los problemas fiscales de varios miembros han influido en la caída del euro, pero también hay que tener en cuenta que el dólar ha subido porque se han conocido datos mejores de lo previsto en Estados Unidos", matiza igualmente David Cano, de AFI.