
El oro es el activo refugio por excelencia, es por ello que cada vez que suena la alarma de una guerra o comienza la escalada hacia un conflicto, el dinero suele fluir a marchas forzadas hacia el metal amarillo. Sin embargo, algo extraño ha sucedido esta vez. La semana pasada fue una de las más caóticas a nivel geopolítico en tiempo, con la invasión de Israel al sur del Líbano y la escalada Israel-Irán con un ataque del país de los Ayatolás y, posteriormente, con el mismo Joe Biden reconociendo la posibilidad de una 'venganza' israelí atacando a la infraestructura petrolera persa. Para culminar y con la tensión en todo lo alto, la nueva semana arranca con más ataques de Ucrania sobre plantas petroleras rusas.
Sin embargo, tras dispararse un 30% en lo que va de año la semana pasada, el oro no subió en absoluto, cotizó totalmente plano, rompiendo contra semanas muy positivas y dejando el precio de la onza en los 2,667. Un extraño parón en una materia prima que no para de subir durante el año y que ha elegido para tomarse un respiro justo en un momento en el que la incertidumbre se adueñaba del mundo. Este resultado neutro se produce, además, tras una potente subida a comienzos de semana ante los primeros avisos de tensiones en la región, pero desde entonces se borró todo lo generado.
¿Qué es lo que ha ocurrido para que, con un riesgo geopolítico claramente al alza, el precio del oro no haya reaccionado en consonancia? La realidad es que ha habido una serie de factores que han conspirado contra el activo refugio por excelencia para que, mientras el petróleo sube en 10 dólares hasta los 80 en tiempo récord y las divisas más resistentes del mundo se revalorizan, apenas haya habido cambios favorables en su cotización.
Lo primero y más aparente ha sido el giro en los tipos por parte de la Reserva Federal. El peligro de un mercado laboral debilitándose y, en consecuencia, una Fed recortando a toda velocidad el 'precio del dinero' parece haberse evaporado por el momento. En mercado de swaps (OIS, por las siglas en inglés de Overnight Indixed Swap) da una probabilidad ahora cercana al 90% de un recorte de 25 puntos básicos para la próxima reunión (noviembre) y un 0% de un movimiento 'jumbo' de 50 puntos. Hace una escasa semana esta opción entraba como una posibilidad muy real con un 40%.
Y no solo es a corto plazo, el mercado daba por hecho que habría un recorte jumbo como opción mayoritaria ya fuera en noviembre como en diciembre, ahora ya no queda prácticamente nada (un 4,4%) de esa opción. Ahora los inversores dan por hecho un ritmo más calmado, incluso a medio plazo. Hasta el pasado mes (y en particular la última semana) la opción más probable con diferencia era una rebaja hasta junio de 2025 de 150 puntos básicos. Ahora, el ritmo se ha frenado hasta una de 100 puntos.
Esto ha cambiado especialmente con los datos mensuales de desempleo. Los datos mensuales publicados en septiembre mostraron una creación de 254.000 puestos de trabajo no agrícolas frente a los 150.000 esperados. Estos datos han dado alas a los más optimistas respecto a la economía de EEUU frente al golpe de los tipos de interés en la economía. En ese sentido, la Reserva Federal gana munición para recorrer su sendero de normalización monetaria con más tranquilidad.
En definitiva, estas nuevas cifras que dan fe de la fortaleza del mercado laboral de EEUU, puesta en tela de juicio los últimos meses, han generado una potente revalorización del dólar de 2,13% desde el 30 de septiembre y de la rentabilidad del bono a 10 años ha subido superando el 4%. En ambos casos, estos elementos han sido veneno para el oro, pero en particular lo primero pues al estar denominado en dólares, el oro tiene una correlación inversa con la divisa, haciendo que cuando se revalorice este se vuelva más barato. Por su parte, un bono ofreciendo esas rentabilidades y estando a unos precios bajos ofrece a los inversores un activo defensivo alternativo para proteger su dinero.
Precisamente los expertos de XTB explicaban en su último escrito que la caída sostenida del dólar a lo largo de todo este año y los recortes tipos son una de las claves para entender los avances del metal amarillo. "La compra de los bancos centrales, su función como activo refugio, la devaluación de las monedas ante el crecimiento de la inflación, los riesgos de default y los recortes de tipos por parte de la FED son algunos de los catalizadores que han llevado al oro a marcar este año sus máximos históricos". Esta fortaleza sorpresa del dólar en la última ha sido reforzada, precisamente con el conflicto geopolítico en Oriente Medio. "El dólar es un activo que actúa como un refugio seguro tanto para tiempos de crisis en distintos ámbitos (económica, energética, política) pues ante momentos de incertidumbre, la confianza en la divisa supone un escudo frente a la incertidumbre".
Por otro lado, ha habido otro problema que ha pasado por debajo del radar sin llamar mucho la atención… unos de sus grandes motores se ha apagado, aunque sea momentáneamente. Incluso en tiempos de altos tipos de interés (y dólar), alta inflación y más calma geopolítica, donde todos los argumentos fundamentales parecían apoyar una caída del metal, este siguió fuerte y subiendo. Una de las explicaciones más evidentes era que los bancos centrales más alejados de EEUU, como China o India, estaban comprando el metal amarillo a espuertas para contar con un activo que no está expuesto al poder del dólar. Algo que estaba llevando a una demanda desatada.
Desde Schroders explicaban este mes de agosto en su último informe que "las liquidaciones occidentales se han visto sorprendidas por las compras de los bancos centrales, inversores y hogares en Oriente. Esa dinámica cambiante ha estado liderada por China, pero no ha sido sólo una realidad de este país; también se han producido aumentos de la demanda en Oriente Medio y en otros lugares". Hasta la recta final de septiembre, los últimos datos de World Gold Council apuntaban a una compra de 1.037 toneladas de oro por parte de los bancos centrales del mundo en 2023, la más alta de toda la historia hasta 2022.
Este frente ha sido totalmente clave para entender un oro congelado en plena crisis Israel-Irán. Según ING "el Banco Popular de China no añadió oro a sus reservas. El oro en lingotes en poder del banco se mantuvo sin cambios en 72,8 millones de onzas a finales del mes pasado, según datos oficiales". A pesar de que la institución puso fin en mayo a la ola de compras, en parte por los altos precios. Muchos esperaban que este mes de septiembre volviese a la carga tras un verano más pausado, algo que no ha sucedido.
El banco central de China puso fin en mayo a una ola de compras de 18 meses que había llevado los precios del oro a máximos históricos. "Los altos precios del oro probablemente han disuadido de nuevas compras por ahora", sentencia el banco neerlandés. Más allá de China, todos los bancos centrales han ido siguiendo su ejemplo. Esto ha llevado a que, según el último informe del World Gold Council "la demanda de oro de los bancos centrales se modere tras los altos precios". En su informe, publicado la semana pasada, la directora de investigación Marissa Salim comenta que "si bien ha habido una acumulación neta de 8 toneladas, la demanda general se ha reducido claramente" pues "la actividad de los mercados emergentes, que fue la que impulso los máximos de principios de 2023, ha sido la más baja desde marzo, cuando hubo ventas netas de 2 toneladas".
El 'tsunami' dorado solo se puede retrasar
En cualquier caso, los expertos creen que no se puede luchar contra una tendencia y que todos los factores conspiran a favor del oro a medio y largo plazo, aunque un conjunto de elementos lo haya frenado en la semana en la que, presumiblemente, más tenía que brillar. Este es el motivo por la que, casi en bloque las principales casas de Wall Street apuestan por un oro deslumbrando a los mercados y volando hacia niveles que hasta hace poco parecían impensables.
Un ejemplo claro es el informe de Goldman Sachs en el que ha elevado sus previsiones de la onza hasta los 2.900 dólares para el arranque de 2025 frente a los 2.645 actuales y los 2.700 que esperaba hasta ahora. "Reiteramos nuestra recomendación de mantener posiciones largas en oro debido al impulso gradual proveniente de las menores tasas de interés globales, la demanda estructuralmente más alta de los bancos centrales y los beneficios de cobertura del oro contra los riesgos geopolíticos, financieros y recesivos", explicaba el banco.
Por su parte, JP Morgan explicó que, con las elecciones a las puertas, este activo gana enteros. "Las crecientes tensiones geopolíticas y las próximas elecciones estadounidenses probablemente reforzarán lo que algunos inversores llaman el 'comercio de devaluación', favoreciendo así tanto al oro como al bitcoin".
"Creemos que la Reserva Federal impulsará el oro a nuevos máximos"
Desde ING, Ewa Manthley, analista de materias primas, explica que, aunque los recortes de tipos sean menos profundos de lo que se había valorado, la realidad es que estos son una realidad y a la larga seguirán impulsando su valor. "Creemos que la Reserva Federal impulsará el oro a nuevos máximos". Las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre "también seguirán contribuyendo al impulso alcista del oro hasta finales de año". Sin embargo, ven un menor potencial que Goldman, pues defienden que "el impulso alcista del oro continuará el próximo año, con precios promedio de 2.700 dólares en 2025".
Pero no todos están de acuerdo en que estamos ante una subida libre del metal amarillo necesariamente por las condiciones fundamentales. Víctor Alvargonzález, Socio fundador de Nextep Finance, señalaba que si bien hay motivo de optimismo para el oro pues "cuando bajan los tipos de interés reales (nominales descontando la inflación) el oro gana atractivo". Sin embargo, creen que, en términos fundamentales, el "subidón" que ha vivido el oro hasta ahora no está tan justificado dado que "los tipos de interés reales sigue siendo positivos. Antes de la pandemia eran cero o negativos y el oro no subía como ahora".
En ese sentido, el experto se refiere a los motivos detrás de la subida del oro como la "cronificación del miedo", concretamente del temor a la inflación, al "descontrol presupuestario de los políticos" y a un colapso económico. Por su parte la caída del bitcoin también habría favorecido al oro al quitarse rivales que actúen como reserva de liquidez.