La familia catalana Daurella, dueña de Cobega y propietaria a partir del año que viene del 40% del nuevo embotellador ibérico de Coca-Cola, ha pactado con el resto de accionistas fijar la sede de éste en Madrid. La empresa ha convocado junta general de accionistas el próximo 26 de noviembre, en la que prevé dar luz verde a la nueva estructura societaria y a la instalación de la sede de la nueva firma en la capital de España.
El nuevo embotellador es el resultado de la fusión entre las siete compañías con las que operaba hasta ahora el grupo de bebidas norteamericano en nuestro país y el objetivo es que esté operativo en enero de 2013. Coca-Cola explica que "la decisión de llevar a Madrid la sede no tiene nada que ver con las proclamas independentistas y que si se fija en esta ciudad es porque es ahí donde tiene su sede no sólo Coca-Cola España sino también el negocio en Portugal".
Decisión anterior a la Diada
En la multinacional de refrescos norteamericana se insiste además en que la decisión se tomó antes de la manifestación del 11 de septiembre, con motivo de la Diada de Cataluña. Aunque ningún accionista tendrá mayoría en el consejo, la empresa sí que girará bajo la órbita sobre todo de Cobega. Entre otras cosas porque el primer ejecutivo será Victor Rufar, director general del embotellador catalán.
Tras los Daurella, los máximos accionistas serán, con un porcentaje algo menor -alrededor de un 35% en conjunto- la familia Gómez Trenor, de la embotelladora levantina Colebega; y dos accionistas de la castellana Casbega -Victor Urrutia y la familia Comenge-.
Bajo la gestión de Rufar, la empresa catalana no sólo ha conseguido consolidarse como la mayor embotelladora de Coca-Cola en España, sino que además ha dado el salto a África, donde cuenta ya con presencia en 14 países, e Islandia. Su facturación consolidada en 2011 es de 1.600 millones de euros, un 5,9% más.
Una sede de Cobega en Barcelona
Según fuentes próximas a la operación, Cobega sí que mantendrá, en cambio, una sede en Barcelona, desde la que gestionará todos los activos que no se integran en la fusión, como es el caso de toda su actividad internacional. En las últimas semanas, todas las embotelladoras de Coca-Cola han optado, de hecho, por este proceso de segregación para no mezclar en la nueva empresa resultante actividades o negocios ajenos al embotellado en España. Es el caso, por ejemplo, de algunas actividades inmobiliarias. Lo que está completamente descartado, por otra parte, es que el gigante de los refrescos vaya a entrar en el accioniariado de su nuevo embotellador ibérico. Aunque hace meses, hubo algunas empresas que apostaron por su incorporación al capital, desde Coca-Cola se insiste en que "el proceso que se está siguiendo es justo el contrario". La idea es desinvertir en el negocio del embotellado en todo el mundo.
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