
El ministro de Economía, Luis de Guindos, anunció a finales de julio que su Departamento elevaría la previsión de crecimiento para éste y el próximo año en septiembre, y que las nuevas perspectivas servirán para elaborar los presupuestos del año que viene.
La aportación de la demanda nacional al PIB, ya desde el primer trimestre del año, ha actuado a modo de revulsivo y permite a nuestro país pasar del pelotón de cola a la primeras filas entre los socios europeos, en términos de crecimiento.
Sin embargo, las tensiones internacionales -Ucrania, Rusia, Oriente Medio- y la debilidad de nuestros principales mercados -Alemania, Francia o Italia- han abierto un nuevo foco de preocupación entre los analistas: si el sector exterior pincha a causa de la coyuntura internacional, la demanda interna por sí sola no será capaz de sustentar esa mejora del PIB.
De enero a marzo, la demanda nacional aportó siete décimas al crecimiento económico (1,3 puntos más que en el trimestre previo), mientras que el sector exterior pasó de sumar un 0,4% a restar dos décimas. En opinión de Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía del IESE, por el momento "no se dan las condiciones para que la demanda nacional tire con fuerza".
Tensiones internas
En primer lugar y en clave interna, por la incertidumbre que genera el desafío soberanista catalán y por el hecho de que 2015 es año electoral y esto limitará la predisposición del Gobierno a hacer reformas. En segundo lugar, porque mantenemos una tasa de paro disparada -en el 24,47%, según la última EPA-, porque nuestro mercado de trabajo no se ha normalizado aún y porque, al mismo tiempo, la contención salarial va a continuar.
A esto Díaz-Giménez añade el problema del déficit primario, que sigue siendo muy elevado y requiere que la Administración reduzca de una vez su gasto. "La reforma del sector público no ha servido para que las Administraciones eliminen todo el gasto suntuario", recuerda Rafael Pampillón, economista del Instituto de Empresa y catedrático de la Universidad San Pablo-CEU.
Y todo, en medio de un escenario de baja inflación que complica a España el proceso de devolución de su deuda. En su último informe Situación España, BBVA Research recuerda que, "aunque a corto plazo el mayor crecimiento del PIB hace más probable el cumplimiento de los objetivos de déficit, a medio plazo harán falta más medidas para lograr una reducción significativa de la deuda pública". Y añade que, dado que no se contemplan subidas impositivas con las que compensar la caída esperada de la recaudación, el desapalancamiento público se retrasará, generando más incertidumbre.
Con estos condicionantes, parece complicado que el consumo de los hogares pueda actuar como palanca de crecimiento. Victoria Torre, responsable de Análisis y Producto de Self Bank apunta que, de acuerdo con los últimos resultados empresariales y, pese a que las compañías han registrado cifras positivas por el lado de los beneficios, no ha sucedido lo mismo con las ventas.
Desde su punto de vista, esto evidencia que la recuperación del consumo sigue siendo bastante débil y por ello, se muestra menos optimista sobre la posibilidad de que se mantenga ese repunte. De hecho, considera que "no hay suficientes datos que evidencien que el consumo vaya a seguir tirando" y remarca que, quizá ese tirón no sea suficiente para suplir una caída de las exportaciones.
Otras fuentes del mercado ponen también en duda que la mejora económica vaya a ser tan significativa como espera el Gobierno. Inciden en que "la reactivación es muy leve aún" y hacen hincapié en que "partimos de niveles muy reducidos". Con todo, estas mismas fuentes sí consideran factible un incremento en dos o tres décimas más del consumo lo que resta de año. Es por este motivo que Rafael Pampillón entiende que "la demanda interna -y sobre todo el consumo de los hogares- va a ser más protagonista del crecimiento este año que en 2013".
Sin embargo, el análisis de la coyuntura internacional también ofrece más sombras que luces y es aquí donde entran en juego otras variables que pueden hacer un flaco favor a nuestro sector exterior. Díaz-Giménez recuerda que, en clave europea, tenemos un semestre complicado y no solo por la falta de crecimiento en Alemania, Francia o Italia. Tenemos por delante los exámenes a la banca europea, "que todavía pueden dar sorpresas negativas", apunta, y además la reestructuración de la deuda griega aún está pendiente.
Únicamente el Banco Central Europeo podría calmar algo estas tensiones, si opta por una política de expansión monetaria. Igualmente, sería positivo que, como indica Victoria Torre, "las grandes agencias de calificación acaben mejorando nuestro rating". Esto incrementaría la confianza de los mercados en España, ayudaría a rebajar de nuevo la prima de riesgo y abarataría los costes de financiación.
De momento, el Ejecutivo va a elevar del 1,2 al 1,5% el crecimiento de la economía en 2014, y del 1,8 al entorno del 2% el año que viene. Entre enero y marzo, nuestra riqueza creció al 0,4%, dos décimas más de lo previsto y hoy el Instituto Nacional de Estadística deberá confirmar si el PIB avanzó seis décimas en el segundo semestre.