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Faltan medidas eficaces contra el fraude

El sentido común, ése que irónicamente solemos citar como el menos común de los sentidos, nos dice que los problemas, si tienen solución, hay que solucionarlos cuanto antes; y, si no la tienen, hay que aceptarlos como parte de nuestra realidad, y aprender a convivir con ellos. Y ése es el quid de los Presupuestos Generales del Estado para el 2013.

Nuestro país tiene que aprender a convivir, al menos a corto plazo, con una economía en recesión, y tener la cabeza lo suficientemente fría para adoptar políticas a medio y largo plazo que incentiven decididamente el desarrollo económico y la creación de empleo; en este punto el Presupuesto es cicatero.

Se debe aceptar el pésimo escenario macroeconómico en el que nos movemos, pero aceptarlo pasa por hacer un análisis realista de nuestras posibilidades. Las previsiones en las que se basan las cuentas que ha elaborado el Gobierno parten de una caída del PIB del 0,5% en 2013, inferior a lo que estiman la mayoría de analistas. Sin embargo, lo que no se debe dejar pasar son los problemas resolubles a corto plazo. Ello supone acometer políticas de ajuste tanto en el gasto como en el ingreso, dolorosas pero necesarias, para ajustar nuestro déficit público y hacer sostenibles las finanzas públicas.

En lo que a ingresos se refiere, los Presupuestos olvidan que donde de verdad se juega la batalla es en la lucha contra el fraude fiscal. Los 70.000 millones de pérdida de recaudación a los que aludía el ministro Montoro en el Parlamento suponen la prueba de una economía sumergida hiperdesarrollada. En este punto, debemos recordar que si rebajáramos la economía sumergida al nivel de la media de la UE se podrían obtener ingresos adicionales del orden del 3% del PIB. No le falta razón al Gobierno cuando dice que "ese fraude es incompatible con la recuperación de la economía y con la reducción del déficit".

El último Consejo de Ministros ha aprobado el enésimo paquete de medidas fiscales para aumentar los maltrechos ingresos y prevé ingresar un 4% más que el Presupuesto de este año. Esta mayor recaudación procederá del impuesto sobre sociedades, fundamentalmente por los cambios aprobados en relación con los pagos fraccionados de las grandes empresas y con limitación a la capacidad de las sociedades para deducirse los gastos financieros y de amortización. También la subida de tipos, tanto del IRPF como en el IVA, proporcionarán el aumento adicional.

El anteproyecto de PGE contempla medidas fiscales de refuerzo. En el IRPF se gravarán los premios de lotería de más de 2.500 euros, hasta ahora exentos. Ello aumentará la recaudación y eliminará una exención que en el pasado ha sido utilizada en numerosas ocasiones para blanquear dinero. También se penalizarán las operaciones en bolsa a corto plazo, que pasarán a tributar al tipo marginal del IRPF. Sin duda, esta medida desincentivará la especulación y beneficiará la economía. Adicionalmente se suprime la deducción para los nuevos compradores de vivienda habitual, aunque ello va a generar poca recaudación y, posiblemente, perjudicará a la venta del stock de viviendas existente en nuestro país.

Consideramos una medida positiva el mantenimiento del impuesto de patrimonio, si bien lamentamos que no se haya aprovechado para convertirlo en un impuesto moderno y con capacidad recaudatoria, y que la recaudación presupuestada para 2013 sea poco más de un tercio de lo obtenido en 2007. Además, la justicia del sistema demanda que sean las personas acaudaladas la que debieran aportar más.

En el impuesto sobre sociedades se reducen temporalmente los gastos deducibles en concepto de amortización de grandes empresas. Se crea un gravamen del 5% para la actualización de los balances de empresas. Esta medida generará recaudación en 2013 y hará que los balances de las empresas estén más saneados, pero tiene como reverso que supondrá una regularización encubierta de beneficios que tributarán sólo al 5 por ciento. En este impuesto se echan en falta medidas de calado que racionalicen un impuesto que ha perdido el 70% de su recaudación en tan sólo 4 años y que ha tenido como tipo efectivo en 2010 el 11%.

Aunque, en general, las medidas propuestas son positivas, tienen también una apariencia de ser meros parches que evidencian la necesidad de una reforma en profundidad de las normas de los tributos y de los procedimientos para controlarlos y cobrarlos.

Finalmente, en los Presupuestos 2013 se reduce el 7,7% los recursos de la Agencia Tributaria, lo que puede poner en riesgo los buenos resultados en la lucha contra el fraude que la AEAT ha logrado. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha llegado a asegurar que "se está produciendo un aumento muy considerable de la economía sumergida en España" hasta niveles "anormalmente reducidos en términos de pago de impuestos en relación con su nivel de actividad, riqueza y desarrollo". Pues bien, señor ministro, haga los deberes y apueste de manera decidida por una lucha eficaz contra el fraude.

Ransés Pérez Boga, vicepresidente de la Organización de Inspectores de Hacienda.

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