Economía

Reino Unido, la economía desarrollada que más crecerá en 2014

  • La economía británica creció un 0,8% en el tercer trimestre
Foto: Archivo

Reino Unido ha encendido la mecha del cohete de su economía y ya no hay quien detenga la recuperación. Su destino es convertirse el próximo año en la más acelerada del mundo desarrollado y, por primera vez en mucho tiempo, no hace falta ser un optimista para ver el vaso medio lleno.

Este torrente de positividad -que un neófito en materia británica identificaría con un extracto del programa electoral con el que los conservadores apelarán en 2015 a la mayoría absoluta- procede de un emisario mucho menos político y legalmente reconocido por su independencia: el Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés). La misma institución que hace tres meses había adoptado una inédita referencia para anticipar la evolución de la política monetaria, un instrumento encargado de transmitir certidumbre a negocios y familias para consecuentemente mejorar la confianza de los mercados en Reino Unido, hace ahora añicos sus propias previsiones para celebrar que, por fin, la recuperación "ha prendido".

Su diagnóstico es música para los oídos de David Cameron y su fiel vasallo George Osborne. Desde que se mudaron a Downing Street, primer ministro y titular del Tesoro habían tenido que lidiar con un inagotable debate acerca de cómo la austeridad sin matices impuesta estaba no sólo asfixiando a la ciudadanía, sino a una economía ya en estado grave. En los últimos meses, sin embargo, los incipientes brotes verdes han germinado hasta poner todas las condiciones a favor de un Ejecutivo cuya cuña principal es negar la existencia de un plan B.

Año y medio para las elecciones

A año y medio de las elecciones, Cameron ve cómo el crecimiento se ha despegado ya de la peligrosa tendencia de recaer en signos negativos. Si desde que asumió el poder había recibido la contracción después de cada Navidad, en 2014 se espera que el cuarto trimestre, por fin, el PIB le dé una alegría. Entre julio y septiembre había mostrado ya un relativamente sano 0,8%, un porcentaje suficiente para brindarle el crecimiento más robusto en tres años y confirmar la progresión: desde que Reino Unido sufriese la recesión más prolongada desde que existen los registros, no había logrado encadenar tres trimestres en positivo.

Abandonada la tendencia a la ciclotimia, ahora disfruta de una gráfica marcada por la estabilidad en paulatino modo subida que ha llevado al BoE a elevar dos décimas las estimaciones de crecimiento para este año que había calculado hace sólo tres meses. La actual es del 1,6% y la que prevé para 2014 ha pasado del 2,5 al 2,8%.

Paralelamente, Londres ve cómo la incómoda tendencia inflacionista que venía sufriendo en los últimos años echa el freno con una determinación que sorprende incluso a los más acérrimos defensores de la estrategia gubernamental. Los últimos datos, publicados la semana pasada, trajeron un inesperado 2,2%, tan sólo dos décimas por encima del objetivo del Ministerio del Tesoro. La caída respecto al mes anterior fue de medio punto y el BoE prevé que caiga incluso del 2% de referencia a final del próximo año.

Desempleo

Y por si fuera poco, en una senda a la baja también continúa el desempleo, desde agosto, la gran variable macroeconómica a la que miran los mercados, puesto que, a su llegada al banco central, Mark Carney decidió fijar el 7% de paro como base a partir de la que la Comisión de Política Monetaria comenzaría a plantearse elevar unos intereses que llevan en el mínimo histórico del 0,5% desde marzo de 2009.

El gobernador tiene ahora una curiosa diatriba personal, puesto que, paradójicamente, esta robusta recuperación ha echado por tierra las estimaciones que había anunciado nada más mudarse desde su Canadá natal, cuando invitó a familias y negocios a animarse a invertir, puesto que los tipos permanecerían próximos a cero hasta, al menos, finales de 2016. Un incremento prematuro indicaría, en cualquier caso, que el músculo alcanzado por la economía británica puede permitirse más peso y eso, según Carney, a cambio de ser capaz de transmitir "certidumbre" a mercados y economías domésticas y empresariales.

Por lo pronto, tiene a su favor que el descenso del IPC rebaja la presión para efectuar cambios en el precio del dinero. El gobernador logra así comprar tiempo, mientras garantiza que cualquier amenaza que ponga en riesgo la incipiente recuperación será eficazmente combatida por el Banco Central. Tras la tibieza despertada por sus primeros pasos en Londres, el gobernador comienza a demostrar por qué George Osborne aceptó todas las condiciones que le planteó para cruzar el charco. De momento, Carney ve el vaso medio lleno y asegura que pronto quedará completada la mitad que falta.

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