
Cese de operaciones y próximo concurso de acreedores. Spanair acaba su andadura como aerolínea dejando tras de sí una abundante deuda de 350 millones, además de 2.400 trabajadores sin empleo y miles de afectados en tierra.
A los 350 millones que, según un artículo que publica este domingo La Vanguardia, debe la compañía, habrá que añadir no menos de 70 millones en concepto de pasivos laborales, despidos e indemnizaciones de sus empleados y, posiblemente, los hasta 9 millones de multa que puede imponerle el Gobierno por la forma en la que ha dejado de operar.
La compañía, sin embargo, no podrá hacer frente a estos pagos y, por tanto, sus acreedores tendrán difícil recuperar el dinero que se les debe. Spanair apenas cuenta con activos con los que hacer frente a sus deudas y se cree que, al igual que sucediera en las quiebras recientes de otras aerolíneas como Air Comet y Air Madrid (366 millones y 144 millones impagados, respectivamente), dejará muchas cuentas pendientes.
Los que sí que cobrarán lo que se les debe, según ha dicho la compañía, serán todos los clientes que compraron unos billetes que no podrán utilizar.
Siempre según La Vanguardia, el principal acreedor de Spanair es Scandinavian Airlilnes (SAS), antiguo propietario de la compañía, con 149 millones; La Caixa, con un crédito sindicado de 50 millones, y Fira de Barcelona con 10 millones. A proveedores varios debe cerca de 80 millones.
La flota de la compañía, formada por 27 aviones, no es propiedad suya, sino que está alquilada o en régimen de leasing.
Spanair, además, recibió 150 millones de capital en los últimos años de instituciones como Catalana D'Iniciatives, Turisme de Barcelona, la Fira, Avança y Cimalsa.