Divisas

Los emergentes recuperan posiciones en la 'guerra de divisas'

Cuatro meses después de la devaluación del peso, la actuación rápida de los bancos centrales ha conseguido revertir la caída de sus monedas.

A finales de enero se escribía otro capítulo en la guerra de divisas: los emergentes perdían posiciones en el campo de batalla en una crisis desencadenada por la devaluación del peso argentino. Un par de malos indicadores macroeconómicos de China desataron el terror en Buenos Aires y forzaron al Gobierno de Cristina Fernández a devaluar su divisa un casi un 15 por ciento frente al dólar. La crisis traspasó fronteras, contagiando a las monedas de los países con una balanza por cuenta corriente deficitaria y afectando también a la renta variable global. Cuatro meses después, sólo quedan las ruinas dejadas en Argentina, ya que el resto de estados han hecho su labor y han recuperado las trincheras perdidas con una estrategia monetaria rápida y contundente. En menos de una semana los señores del dinero de India, Turquía y Sudáfrica optaron por subir sus tipos de interés oficiales de forma inesperada para frenar la espiral bajista en la que habían entrado. Eran sesiones en las que la lira marcaba mínimos frente al dólar desde la creación de la nueva divisa en 2003 y el rand sudafricano caía hasta niveles de 2008.

Para poner remedio a estos grandes males los bancos centrales de los tres países afectados pasaron a la acción de forma inesperada. El Banco de la Reserva de la India subió sus tipos de interés en un cuarto de punto, hasta el 8 por ciento y el Banco de la Reserva de Sudáfrica elevó el precio del dinero en medio punto porcentual, hasta el 5,5 por ciento. Pero el más agresivo de todos fue el Banco de Turquía, que convocó una reunión extraordinaria de urgencia en la que subió los tipos del 4,5 por ciento hasta el 10 por ciento, tan sólo siete días después de haber mantenido sin cambios su política monetaria en la reunión previa.

Un cuatrimestre después, el mercado ha dado la razón a sus políticas monetarias en lo que se refiere a la evolución de sus divisas. La lira avanza un 12 por ciento desde sus mínimos de enero, el rand suma una revalorización del 9,5 por ciento y la rupia gana un 8,5 por ciento. Por si las dificultades para estos bancos centrales no fuesen pocas, en los últimos meses tuvieron que enfrentarse además a un doble revés: la consolidación de la recuperación de EEUU y la debilidad de las cifras macroeconómicas de China. Los problemas que genera la recuperación de la primera economía del mundo vienen derivados del fin de su política monetaria ultraexpansiva, ya que cada vez que un indicador despunta con un buen dato las alarmas de una pronta retirada de los estímulos monetarios se acelera. Mercados tan importantes como el inmobiliario o el laboral están arrojando ya cifras que no se veían desde antes del estallido de la crisis, lo que refleja que la recuperación económica del país no es sólo unos pocos brotes verdes. En el momento en el que la Reserva Federal cambie su expansión monetaria -todavía sigue inyectando liquidez al mercado- y comience a restringir su política monetaria -se espera una subida de tipos en la primera mitad de 2015-, el diferencial de los bonos del país norteamericano y los emergentes se estrechará, por lo que los inversores volverán a EEUU. "Cuando vuelva a subir el tipo de interés del bono estadounidense, se abrirá un proceso de venta de activos emergentes en el mercado, principalmente en los países con déficit por cuenta corriente", explica Pedro Servet, director de divisas de Citi en España.

Por otra parte, a cada dato económico que flojea en China, y esto cada vez se produce con más frecuencia, los emergentes lo sienten en su frente de guerra, principalmente aquellos países que más exportan a China, fundamentalmente los que tienen una cuota importante del mercado de materias primas y una balanza por cuenta corriente deficitaria.

Un nuevo capítulo del 'diario de guerra'

La historia de la guerra de divisas, como bautizó el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, ha dado un giro radical en los últimos trimestres. El objetivo de las políticas monetarias durante los peores años de la crisis económica fue debilitar al máximo la divisa para fomentar las exportaciones. De este modo, los países conseguían compensar la debilidad de la demanda interna. Las políticas monetarias ultraexpansivas de la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón, forzaron a los emergentes a debilitar también sus monedas para no perder competitividad. Esto fue así hasta que la primera potencial mundial, EEUU, decidió cambiar las reglas del juego. No fue una decisión premeditada -oficialmente, tampoco lo fue entrar en la trinchera de la guerra de divisas-, pero lo cierto es que cambió el panorama en el frente. Cuando comenzó el debate sobre la retirada de estímulos en el seno de la Reserva Federal, las divisas de los países en desarrollo empezaron a depreciarse con fuerza. El campo de batalla dio un giro radical y los emergentes dejaron de pelear por debilitar sus monedas para intentar frenar su caída.

Si antes luchaban por debilitar sus divisas, ¿no consiguieron lo que querían? En los mercados es extensible el dicho de que en el equilibrio está la virtud. Las autoridades monetarias de los países emergentes querían mantener una paridad estable frente al dólar, no una volatilidad en el tipo de cambio que afectase a las variables macroeconómicas del país. Uno de los indicadores más afectados es el de la evolución de los precios, principalmente en todos estos países con un alto volumen de importaciones. La caída de la divisa encarece en gran medida los precios, lo que se une a los problemas estructurales que ya de por sí tienen estos países para controlar el avance del IPC. En definitiva, una caída pronunciada del tipo de cambio supone importar inflación.

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