
El líder mundial AT&T se reforzará con Direct TV y está cantado que Comcast hará lo propio con Time WarnerCable. Telefónica se batirá el cobre ante los reguladores comunitarios para hacer suyo Canal+ mientras Vodafone España absorbe Ono con su televisión incluida. En Europa, Liberty Global ha exhibido olfato al adquirir Virgin Media en el Reino Unido y lo mismo ha hecho con Ziggo en Holanda.
En Francia, la cablera Numericable ganó la partida por el operador SFR con el que ahora equilibrará su catálogo de servicios y sondea la posibilidad de adquirir al operador móvil virtual Virgin Mobile. En Alemania, Vodafone ya ha absorbido Kabel Deutschland, para así dar un salto de calidad en el segmento de la banda ancha fija.
También en el mercado del móvil, Orange sondea la adquisición de su rival Bouygues Telecom, maniobra que pondrá a prueba la tolerancia de los reguladores europeos en materia de competencia. Tan importante como el fijo es el móvil, y viceversa, pero sin olvidarse de la televisión de pago. El denominado triple play (telefonía fija, móvil y acceso a Internet) se queda pequeño ante la imperiosa necesidad de incluir la televisión de pago.
Hay muchos ejemplos recientes que confirman esta tendencia. Netflix, el primer videoclub del mundo, es socio de Televisa en Latinoamérica y firmó a finales del pasado abril un acuerdo a tres bandas con los operadores de televisión de pago estadounidenses Atlantic Broadband, Grande Communications y RCN para integrar su aplicación en los dispositivos TiVo (el mismo que atesora Ono en España).
También se ha especulado durante las últimas semanas respecto al presunto interés de Vodafone por incorporar Netflix en sus plataformas televisivas, como ya realiza con otros proveedores como Sky News o Spotify. Vittorio Colao, consejero delegado de Vodafone, prefirió no pronunciarse sobre estas conversaciones a preguntas de elEconomista sobre su compañía.
Adiós a la caja tonta
En las próximas semanas se sucederán adquisiciones en la misma dirección, con telecos hambrientas por reforzarse en el universo audiovisual. Les va la vida en ello. Los dos mundos serán uña y piel. No hace falta ser un visionario del negocio para comprender que las grandes audiencias no se reducen a la televisión del salón. Cada vez hay más espectadores frente a un smartphone, una tableta o incluso el asiento trasero del automóvil conectado. La caja tonta pasó a la historia y sus operadores tradicionales no tienen más remedio que adaptarse a unos tiempos en los que las microaudiencias valdrán su precio en oro al carecer de fronteras.
Gran parte de la culpa de este fenómeno tiene su origen en las redes de nueva generación. Tanto la fibra óptica o el cable, como las conexiones móviles de Cuarta Generación (LTE) están diseñadas para albergar contenidos audiovisuales de calidad y resolución.
¿Para qué quieren millones de personas instalar la fibra óptica en su casa si no es para disfrutar de las nuevas televisiones de alta definición? Esa es la gran pregunta que se formulan los operadores de telecomunicaciones que estos días invierten con entusiasmo con tal de desplegar las nuevas infraestructuras antes que sus competidores. La misma cuestión anima a los fabricantes de smartphones a agrandar las pantallas de los terminales para, de esa forma, ofrecer una experiencia de usuario más satisfactoria a los aficionados de los vídeos, las series de televisión o los deportes.
Las reglas del juego hace años que cambiaron en los Estados Unidos y ahora toca el turno de Europa y España. La televisión de pago acaparaba el 94 por ciento de los hogares estadounidenses a finales de 2013 (alcanzarán el pleno del 100 por cien en 2017). Según datos que maneja el sector, de los "nuevos 17 millones de hogares digitales que se unirán a la TV de pago entre 2013 y 2020, 5,5 millones serán por cable, 5,9 millones por IPTV, 4,6 millones por DTT, y 0,9 millones serán por satélite".
Por el contrario, este negocio está en mantillas en España, donde apenas representa el 24 por ciento del consumo televisivo. En el reparto de ingresos minoristas en España del mercado de las telecomunicaciones, la televisión de pago se conforma con el 6,1 por ciento del total, con una pérdida de suscriptores superior a los 660.000 clientes en los dos últimos años.
Por si lo anterior no bastara, en unos años, los operadores europeos acabarán con sus tarifas planas ilimitadas en fijo para cobrar por consumo, como ya ocurre en la banda ancha móvil. En ese nuevo escenario, la videocompañía que disponga de contenidos atractivos tendrá media batalla ganada. Tiempo al tiempo.
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