
Si hay un observador privilegiado del pulso del consumo es el uso del dinero de plástico . Y, por vez primera en el último año, las compras con tarjetas refrendan que algo comienza a cambiar. El importe sufragado en comercios a través de este sistema ascendió en el tercer trimestre a 25.837,99 millones de euros, lo que implica un incremento del 1,65 por ciento interanual.
Se trata del primer quiebro positivo desde la acelerada caída protagonizada en un 2012 que concluyó con un abrupto hundimiento del 3,73 por ciento en el trimestre navideño, tradicionalmente el más propenso a asistirse de la tarjeta de crédito para cubrir gastos inusualmente generosos.
"Se observa claramente una senda alcista desde junio. Es síntoma de que el consumo se está recuperando, que la gente usa más la tarjeta como medio de pago convencional, pero también revela que el cajón de efectivo que se había atesorado antes de la crisis se ha consumido. No queda hucha", explican desde una entidad financiera.
Los datos del Banco de España miden sólo la utilización de la tarjeta doméstica en el mercado nacional, sin interferencias potenciales tanto por las compras de nacionales fuera de las fronteras como aquellas otras efectuadas aquí por ciudadanos extranjeros. "Sus curvas son muy paralelas al PIB, de tal forma que siempre se adelantan a las crisis y expansiones de la economía. Ahora, como mínimo, constatan una estabilidad", detallan desde una firma emisora de plásticos.
Fueron uno de los primeros indicadores en alertar de la crisis. "En abril de 2007 y, de forma muy acusada a partir de noviembre, frenó su uso", indica un experto. Las expansiones superiores al 10 por ciento anual -12,9 por ciento en 2007- menguaron al 5,61 por ciento un año después, aún cuando desde el mismo Gobierno se negaba el impacto en España del entonces estallido de la crisis en las hipotecas basura estadounidenses. "En 2008 flexó la curva y vino un frenazo de muerte -por vez primera desde la existencia de estas estadísticas las compras en tiendas colapsaron en 2009 un 3,5 por ciento-. La recuperación de 2010 fue un mero espejismo, ante la ilusión de la recuperación económica y lo abultado del ajuste anteior. Pero, en realidad, la actividad ha estado presionada desde mediados de 2007", detallan en la entidad financiera. La crisis de confianza que brotó el pasado año tras el ataque especulativo a España, los rumores sobre el rescate del país, la segunda recesión y, sobre todo, el agravamiento del desempleo hundió su uso.
Otro factor desincentivador, aunque imposible de medir, es la tentación de los comercios a exigir abonos en efectivo para ahorrarse las comisiones que les cobra el banco para dejarle utilizar el terminal lector de la tarjeta, o evitarse el IVA. En una entida emisora admiten que el avance de la economía sumergida es una realidad, si bien descartan que el cobro de tarifas bancarias sea decisivo: "Un comercio no se arriesgará a perder un cliente y dejar de ingresar su compra, imponiéndole el abono en metálico para ahorrarse la comisión".
Más bien al contrario, defienden que la crisis ha mejorado la posición de las tarjetas. Si antes se abonaban con ellas el 12 por ciento del consumo doméstico, ahora fácilmente cubre el 16 ó 17 por ciento, porque el ciudadano ha perdido el miedo a ser víctima de fraude, aprecia la capacidad para controlar los gastos que ofrecen sus extractos bancarios y se ha disparado la utilización por el recurso creciente a Internet en búsqueda de gangas.
Compras más baratas
En la recuperación se aprecia que los consumidores compran más, pero también más barato. El número de operaciones en terminales punto de venta subió un 3,59 por ciento en el tercer trimestre, frente a la evolución plana del pasado año; pero el importe solo aumenta el 1,65 por ciento. Una situación que se explica tanto en las ofertas comerciales como en la decisión de adquirir lo estrictamente necesario.
Siguen cayendo, en cambio, las extracciones en efectivo en cajeros, aunque a ritmos menos acusados: de apenas un 0,23 por ciento frente al 2,64 del último año: "Cuando has cubierto las necesidades básicas, impera la mentalidad de destinar los ahorros a reducir deudas. Será dificil que esto cambie mientras el paro sea un problema tan palpable para el ciudadano".