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El euro goza de una mala salud de hierro

La mayor parte de los euroescépticos son anglófilos y muy críticos con el funcionamiento del euro; sería bueno que estos eruditos se tomaran la molestia de comparar la evolución del tipo de cambio entre la libra esterlina y el euro. Luego volveremos sobre esta idea. Otros críticos de la moneda única lo son por añorar ese "pan para hoy y hambre para mañana" que constituyen las devaluaciones competitivas, intentando resolver los problemas de baja productividad y excesivos costes de funcionamiento de la economía con devaluaciones de la moneda, unos problemas que debieran solucionarse con reformas que propicien una mayor productividad, una mayor flexibilidad de los mercados, una reducción de los costes y en definitiva una mayor eficiencia y competitividad de la economía.

Pero existen otros enemigos del euro, tal vez más peligrosos, como algunos ministros que culpan a los problemas del euro y a la presunta desconfianza en el mismo, los problemas de la prima de riesgo de la deuda soberana o incluso los traspiés de la bolsa confundiendo causas con efectos, como ocurre con demasiada frecuencia en el ámbito de los economistas. Son los problemas de las economías periféricas del sur, debido a los desaguisados de sus dirigentes y a su deterioro institucional, lo que crea problemas al euro. Los críticos de la moneda única debieran tomarse la molestia de analizar las series históricas de los tipos de cambio de las tres monedas más importantes de Europa y EEUU, esto es, el euro, la libra y el dólar. Pues bien de las tres monedas, la que mejor ha resistido los embates de la crisis que soportamos desde 2007 ha sido el euro.

No se entiende muy bien como a pesar de las especiales loas a la recuperación de la economía americana y los problemas tan cacareados de la Europa de la Unión Monetaria, el dólar es incapaz de recuperarse respecto al euro. Es muy posible que en EEUU perduren los problemas que provocaron la recesión, y que en Europa aunque a duras penas y con duras críticas a la señora Merkel, se hayan emprendido las reformas necesarias de un marco institucional, que ha explicado la inferioridad de la eficiencia de la economía europea respecto a la de Estados Unidos. Menos llamativo es el problema de la libra esterlina, dado el comportamiento errático del gobierno conservador y la situación de la economía del Reino Unido, pero de cualquier forma es llamativa la fortaleza del euro respecto a la libra esterlina, de ahí que parece que el estar fuera del euro no garantiza el buen funcionamiento de la economía sino más bien todo lo contrario.

Tal vez todo esto tenga que ver con lo que se ha denominado nueva ortodoxia de los bancos centrales, lo que significa las tristemente famosas facilidades monetarias. La última manifestación es la llamada revolución monetaria de Japón y su treinta por ciento del PIB de inyección de liquidez; aunque Japón no ha hecho otra cosa que seguir el ejemplo de Europa y EEUU. Desde finales de 2007 cuando explota la crisis financiera en EEUU, el Banco de Inglaterra ha aumentado la cantidad de dinero en un 500%, la Reserva Federal americana lo ha hecho en un 380%; el más conservador ha sido el BCE con un 250%.

Todavía estas inyecciones de liquidez ni han logrado reactivar las economías ni se han transmitido a los precios. Como las malas instituciones, en contra de lo que pensaba Hayek, las ideas equivocadas perduran. Los partidarios de las facilidades monetarias tiran por tierra lo que la teoría monetaria y la evidencia empírica han demostrado sobre el funcionamiento del dinero desde la época medieval.

Le teoría de la circulación, que es lo que está detrás de las facilidades monetarias, un invento de los mercantilistas, la desmontaron en el siglo XVIII Cantillon y David Hume. Y Keynes, que es quien mejor ha definido las consecuencias de la preferencia por la liquidez, señala que los orígenes de la crisis, el colapso repentino del tipo de beneficio que el denomina eficiencia marginal del capital, implica "que el pesimismo y la incertidumbre sobre el futuro (...) ocasionará, casi de forma natural, un gran aumento de la preferencia por la liquidez", lo que se traducirá en un aumento de la demanda de dinero. Porque la gente en tal situación prefiere dinero a cualquier otro tipo de activos o mercancías.

Victoriano Martín, catedrático de Historia del Pensamiento Económico. Universidad Rey Juan Carlos.

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