Los errores de gestión de la familia Espírito Santo, causantes del millonario rescate del BES, han cogido por sorpresa hasta a sus aliados históricos y más estrechos, que amenazan con emprender acciones penales contra la saga. Uno de los primeros podría ser Credit Agricole.
El banco francés pierde 708 millones de euros por el 14,6% que poseía del banco y Bradesco 117 millones por su 3,9%, al obligar el plan de salvamento diseñado por Lisboa a los propietarios del BES a ser los primeros en soportar en sus inversiones parte del gravoso rescate.
El grupo galo se siente "engañado por una familia con la que trató de crear una verdadera alianza" y estudia iniciar acciones legales contra sus exgestores, aseguró ayer el primer ejecutivo del Crédit Agricole, Jean-Paul Chifflet, durante la presentación de resultados. El menoscavo reduce un 19,2%, hasta 1.085 millones, su beneficio en el primer semestre -la cuenta se desploma un 84,9% en el segundo trimestre al sanear la posición en la entidad auxiliada-.
"Engañado por la familia"
La participación de los accionistas ha sido depositada, junto a los activos tóxicos o problemáticos en el banco malo, y solo recuperarán parte de la inversión si logran recuperar algo de dinero con su venta.
La frustración y amenaza de Crédit Agricole cobra valor dada la legendaria asociación. Fue la entidad en la que la influyente saga familiar portuguesa se apoyó desde 1986, y aún en el exilio, para recuperar y reconstruir el imperio que le había sido expropiado en 1974 con la Revolución de los Claveles. El entonces presidente de Francia, François Mitterrand, promovió el acercamiento y la saga regresó a Lisboa desde la diáspora y, en unión a Crédit Agricole, realizó su primera compra, recuperando la aseguradora Tranquilidade. Poco después se aliaron en el Banco Internacional de Crédito y juntos pujaron en la privatización del BES, manteniéndose siempre Crédit Agricole en el accionariado.
El caso de la entidad brasileña Bradesco guarda similitudes, en la medida que ha servicio de pasarela para las ricas y diversas inversiones efectuadas por los Espírito Santo en el mercado carioca.
La intervención del BES deja un reguero de perjudicados y descontentos, que amenazan con avalanchas de querellas a múltiples bandas. Junto al exequipo gestor está bajo sospecha la labor del Banco de Portugal, incapaz de detectar y corregir a tiempo el problema; el control del regulador de los mercados (CMVM) y de los auditores.
Pero el enfado va más allá y la prensa lusa apunta a la responsabilidad de los bancos de inversión que ayudaron al BES a ampliar capital en mayo en 1.047 millones para reforzar la solvencia. La operación se realizó por un consorcio de firmas internacionales (Merrill Lynch, UBS, Morgan Stanley, Citi, JP Morgan y Nomura) y la filial de banca de inversión del grupo Besi. Los bancos colocadores pueden llegar a ser responsables si el folleto elaborado para la transacción omitió información relevante para el adecuado análisis por parte de los invesores.
Bancos colocadores, en el punto de mira
Los títulos se colocaron con sobresuscripción entre inversores institucionales y particulares a razón de 0,65 euros por acción. Apenas unas semanas después afloraban a la luz pública las irregularidades contablse del holding de la familia y los apuros financieros que precipitan la entrada en concurso de cinco filiales.
El regulador bursátil (CMVM) suspendió la negociación del BES la semana pasada cuando cotizaba a 0,12 euros y después de desplomarse un 40% en una sesión, a la espera de conocerse el plan de recapitalización. Pero hoy no valen nada porque el BES ha sido vaciado de activos: los buenos se han transferido a Novo Banco y los tóxicos a un banco malo para proceder a la inmediata liquidación.
La carcasa del BES apenas aloja los depósitos inmovilizados de accionistas y antiguos gestores, ha perdido la licencia bancaria y tiene prohibido operar. Una situación que motivó que ayer fuese expulsado del PSI-20, el indicador selectivo de la Bolsa de Lisboa, que queda temporalmente con 18 valores cotizados, dado que hace un par de semañas también expulsó al Grupo Espírito Santo, brazo financiero de la familia que le da el nombre.